Reclamando, que es gerundio

Este mes siempre pasa rápido para estudiantes y profesores, desplegado en días que se superponen en una especie de carrera nueva, pero que en realidad es vieja, muy vieja

Una profesora supervisando un examen en la PAU 2025.
04 de junio de 2025 a las 17:23h

Mayo y junio. ¿Qué se te viene a la cabeza ahora que has leído el nombre de estos meses? No es una pregunta trampa, descuida. A mí me traen a la cabeza mil momentos bonitos como mi cumpleaños, pero también agobio, no voy a mentirte. No tiene que ver con la edad, en realidad cada año que pasa siento cierto orgullo por haber vivido otros doce meses y seguir sana, vivita y coleando.

El agobio viene, sobre todo, por mi trabajo. No sé si sabes que soy profesora, y que gran parte de mis horas lectivas son en el segundo curso de bachillerato, que cierra la evaluación final a últimos de mayo. Este mes siempre pasa rápido para estudiantes y profesores, desplegado en días que se superponen en una especie de carrera nueva, pero que en realidad es vieja, muy vieja. Es la de siempre, la de mayo, como si fuera una maratón que estamos todos obligados a correr en el colegio. Luego viene otra, a finales de junio, con el cierre de otros cursos. 

En este maratón hay una etapa que es la de las reclamaciones de notas. Los alumnos son informados de la posibilidad de revisar y reclamar su media si no están conformes, y cada año son más los que lo hacen. Esta etapa de la carrera puede que para mí sea la más dura, y no porque tengamos que, de nuevo, justificar nuestro trabajo. La sobreexposición y crítica que llevamos a cuestas los profesores empieza a naturalizarse por todas las partes interesadas, sobre todo por nosotros mismos.

Pero no es eso lo que tiñe estos días de mayo de una especie de pátina gris, sino la sensación de que todo el mundo piensa que es excelente. O puede que no lo crea, pero se siente merecedor de la excelencia. Del 9, al 10. Del 4 (y a veces 3), al 5. De 3 asignaturas suspensas, a dos para poder pasar de curso, en una especie de trapicheo de mercadillo interminable que los docentes no terminamos de entender.

Hablaba con una amiga cuya hija no había conseguido sacar la media que esperaba para poder entrar en medicina, y me decía que no creía justo que, con todo lo trabajado y el esfuerzo empleado, se pudiera quedar sin acceso a la carrera para la que tenía vocación desde pequeña. Yo, que adoro a mi amiga, la animé a que pensara en un plan b, porque creo que la vida, en general, es una sucesión de planes b, uno detrás de otro.

No le dije, como pienso, que el esfuerzo y la dedicación solo son una parte de la ecuación del camino, la otra incógnita simplemente es incontrolable. Pensé en la cantidad de veces en las que das lo mejor de ti, en las relaciones personales, laborales, haciendo la comida, etc, y resulta que no cuadras a la otra persona, tu compañero pensó que era mejor de otra manera y el arroz se pasó o quedó soso. No creo que todo dependa de una misma ni que seamos siempre excelentes, por mucho que nos esforcemos. Y eso se me antoja una buena noticia: respirar y soltar el resultado genera más éxito, porque se diluyen las expectativas. 

Hablaba con un amigo policía sobre su trabajo y sobre cómo gestiona la tensión de vivir situaciones límite, en las que tu vida está en juego porque cualquier persona fuera de sí le dé con el dedito a un gatillo. Y pienso en estos jóvenes, sintiéndose merecedores a cualquier precio, y me entra la duda de si serán capaces de, en un futuro, no venirse abajo por lo que se supone que no han conseguido. Y claro, la mente ya sale disparada a administraciones y políticas educativas ruinosas desde la raíz, pero cuando me va a dar el “parraque”, y la balanza está a punto de decantarse por el lado de la ansiedad, recuerdo a mi amigo policía haciendo vídeos cómicos para poder equilibrar sus tensiones. Y pienso que en el fondo, junio y mayo siempre llegan cargaditos de momentos divertidos. Y que merece la pena seguir en medio de estos jóvenes para que en el futuro, cuando su vida haya sido otro camino de planes b, c y d, se acaben sintiendo orgullosos de lo conseguido, sin más pretensiones que saber aceptar lo que viene. Que será, probablemente, mucho y bonito.