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Una de las definiciones que aparece es la siguiente: “Sexo débil: Conjunto de las mujeres”. Un poco más abajo se puede leer: “Sexo fuerte: Conjunto de los hombres”

La Real Academia Española presume de moderna y de fomentar el buen uso del lenguaje. El organismo defiende la evolución del español. Para demostrar su adaptación a los nuevos tiempos incluye palabras como culamen, almóndiga, toballa, friki, papichulo, amigovio o tuitero. “¡Qué bien, una institución cultural que se moderniza!”, pensaran algunos. Pero la inclusión de estas palabras son un arma de doble filo. Por un lado añadir algunos de estos palabros es una forma de aceptar y fomentar el mal uso del español. En lugar de realizar acciones para que los hablantes aprendan la forma correcta de utilizar las palabras, los académicos dan por perdida la batalla y aceptan lo que durante años se ha considerado como malo. Por otro lado el hecho de incluir términos que han nacido en los últimos años, sobre todo con la llegada y el fomento de las nuevas tecnologías, es un engaño. Es decir, es positivo que los incluyan, el lenguaje debe adaptarse a los nuevos tiempos, pero no debemos pensar que el hecho de que la RAE introduzca estas palabras le convierte en una institución moderna y adaptada a la actualidad.

Si tienen oportunidad de tener en sus manos el diccionario o de acceder a su página web, se sorprenderán al buscar algunos términos y ver los significados. El otro día leí una petición en la plataforma change.org en la que se solicitaba el cambio de definición de la palabra sexo. La petición ya lleva varios meses pero hasta ahora no he dado con ella y me quedé perpleja al leerla. Lo primero que hice fue buscar el término en el diccionario para ver que la petición era real, que no se trataba de ninguna broma. Una de las definiciones que aparece es la siguiente: “Sexo débil: Conjunto de las mujeres”. Un poco más abajo se puede leer: “Sexo fuerte: Conjunto de los hombres”. Pese a que esta campaña realizada por una mujer se hizo viral a través del hashtag #Yonosoyelsexodebil desde la institución han hecho oídos sordos.

La RAE explica en su página web el funcionamiento de cada actualización que realiza del diccionario: “La preparación de cada nueva edición del diccionario académico implica, por tanto, la identificación de nuevas palabras o nuevos significados y la revisión de las palabras que ya figuraban en él”. ¿Por qué no revisan el machismo de sus definiciones? Un machismo que va más allá del debate del uso genérico del masculino o de si en su lugar hay que aplicar la fórmula de mención de masculino y femenino (por ejemplo, “los niños y las niñas”). Esto no tiene tanta importancia como lo anterior, pero a ellos les viene bien que se fomente este debate para silenciar el otro. Si el diccionario no se hubiese modificado desde la creación de la Academia se podría comprender, por muy indignante que resulte, que el autoritarismo de aquella época por parte del género masculino tratase así los términos referidos a las mujeres. Porque lo de la palabra sexo no es una excepción. La definición de mujer pública es “prostituta” y la de hombre público es “hombre que tiene presencia o influencia en la vida social”. Y como estas muchas más. Esto en 2017 no se puede aceptar. Insisto, si cada cierto tiempo se modifica, ¿por qué no revisan las connotaciones tan machistas de algunos de los términos que ya no tienen ningún sentido y que lo único que hacen es denigrar a las mujeres? Los miembros de la RAE deberían hacer uso de las nuevas tecnologías, más allá de la inclusión de términos relacionados con ellas, y cambiar al menos en la web de manera inmediata la definición de estas palabras. Esto no va a impedir que se sigan utilizando con connotaciones machistas, pero será cuando la RAE comience su verdadero proceso de modernización.

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