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Mª Ángeles Gómez, coordinadora de Cultura y Educación de Foro Ciudadano

Mi querido niño pobre, te escribo esta carta para decirte que yo sí creo en ti. Creo que tu existencia es real, que habitas entre nosotros ¡bueno! más que “entre”, al lado de nosotros, porque la ciudad está compartimentada urbanísticamente  de manera muy curiosa, ésta y  todas las ciudades: Al norte viven los niños ricos y al sur los niños pobres, en el resto de la ciudad la cosa está muy mezclada excepto en el centro que solamente suelen vivir las abuelas y los abuelos.

A lo que íbamos, mi querido niño pobre. Los que ahora mandan en esta España nuestra reniegan de tu existencia y aunque se lo dicen gente amiga y nada sospechosa de ser subversiva, ellos siguen a lo suyo y como máximo aceptan que los datos están inflados y hay mucha exageración. No tienen los bemoles (políticos) de aceptar  que efectivamente se han equivocado en el reparto de las penurias que este país tenía que pasar para ponerse al corriente en las cuentas de resultados, que nos pedían las Merkeles, porque al parecer “los de antes” todavía lo habían hecho peor que ellos, "¡entre todos la mataron y España sola se murió!"

Y fíjate, mi niño, yo creo que la cuestión está en que tú has tenido la desgracia de nacer en el sur y para más inri y tratándose de Jerez, es que has nacido en el sur del sur, o sea que no tenías escapatoria. Porque ¿sabes una cosa?, esta gente tiene la manía de empezar todo lo bueno siempre por el Norte y acuérdate de quienes viven allí.

El sur para ellos no existe y como mucho solo está para exhibirlo como algo exótico cuando vienen observadores de  experiencias de cooperación y solidaridad y si son internacionales mejor que mejor, porque así como medio ni se enteran, la cosa queda exageradamente progre con cuatro proyectitos de tres al cuarto.

¡Claro! Que si se tratan de proyectos autóctonos, del barrio, de conocimiento  de la realidad y de desatasco de las alcantarillas la cuestión cambia mucho porque ya entra en juego la sospecha subversiva y el miedo a que tu mamá y tu papá empiecen a exigir los derechos que a ti y a tus hermanos os corresponden para que viváis, os desarrolléis y disfrutéis de  una vivienda, unos alimentos, una escuela de calidad y por qué no, de un parque y una piscina como los niños del norte.

Mi querido niño pobre, quiero decirte finalmente que yo creo en Dios y que ya me está costando mucho esfuerzo aceptar que en la primavera no hay flores para todos los niños y que en el invierno siempre llueve en el mismo lugar y que estoy segura que alguien tendrá que cambiar el orden de las cosas y empezar a contar de ABAJO A ARRIBA.

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