Querido cofrade:

Imagen retrospectiva de la clásica bulla en Tornería con La Cena.

Me alucina como hay miles de personas que entregan su tiempo a una hermandad de Semana Santa. El nivel de implicación, la constancia, la motivación en la jerarquía. Como todo grupo humano se cuestionan los mandatos o los puestos de poder, pero cuando veo que en lo que dedican tantas horas puede ser una mentira, para un osado servidor, aún me quedo más perplejo. No voy a desacreditar ni a descalificar a nadie por su tesón y empeño en esta empresa.

Tiene argumentos basados en la fe y en el debate final e inabarcable sobre si su dios existe o no, que es imposible ser tajante y sentenciar lo supuestamente inútil de su proceder: no se llega a conclusión alguna. Este estudio de chichinabo también repara en el proceso de felicidad provocado por el placer de la reunión, la música, seguir con fanatismo a un capataz, como si fuera el cantante famoso, estados místicos o la alegría de cargar un paso con una coreografía al son de una marcha extraordinaria.

A mí me dan ganas de cargar un palio con Soleá dame la mano o esa magnífica obra de arte de Beigbeder, Cristo de la Expiración. Su magnífica organización y como perduran en el tiempo me hace reflexionar en cómo otro tipo de asambleas dedicadas a mejorar la vida y que luchan por la justicia social y la igualdad rozan lo insostenible por la poca participación o por ser ya una endogamia.

Es una cuestión llena de matices y habrá politólogos, filósofos, historiadores, psicólogos y economistas que darían respuestas más acertadas que mi alucinante misterio por comprender toda esta situación. Porque además, a mí me cuesta tanto comprometerme y dejar mi casa a las seis para ir a algún sitio que (esto sin duda es una cuestión personal sin resolver) envidio a quienes se apasionan pensando en la próxima adquisición de un Simpecado nuevo.

Sus roles, hasta curiosos, preconcebidos e inmutables. De nuevo, sin datos científicos, veo como esos homosexuales declarados o encerrados en el armario (allá cada cual) disfrutan en este tipo de grupos ligados en el tiempo a gobiernos tiránicos y donde en su texto de referencia los pone de sodomitas y los humilla...

Me maravilla su integración allí, en una mezcla de folclore cofradiero gay que mientras no entren en reflexiones profundas no resultan molestos. Y como todo esto igual con la mujer, irrelevante, salvo en excepciones muy mínimas. No me dirán que no es curiosa la cosa.

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