José María, una persona sin hogar durante esta pandemia. FOTOS: MANU GARCÍA
José María, una persona sin hogar durante esta pandemia. FOTOS: MANU GARCÍA

La pandemia nos está haciendo replantearnos muchas cuestiones sobre cómo está organizada esta sociedad. Pese a la situación tremenda que estamos viviendo, podría ser una oportunidad para cambiar muchos paradigmas y plantearnos cambios radicales que esta crisis nos muestra como inevitables.

El pasado viernes día 20 aparecía muerto Carmelo, una persona que carecía de hogar y que solía transitar por los bajos de las pérgolas de Santa Bárbara en Cádiz. Aunque su muerte no está relacionada con el coronavirus, puso de relieve la situación de extrema vulnerabilidad de estas personas en crisis como la que estamos viviendo.

“Quedarse en casa” no es opción para quien carece de techo en el que guarecerse. Y es que desde mucho antes de llegar el coronavirus, pocas políticas se han puesto en marcha por parte de las distintas administraciones para estas personas que forman parte de la exclusión de la exclusión. Por más que diga el art. 47 de nuestra Constitución el derecho a una vivienda digna es una burla para estas personas, en muchos casos familias enteras que en algunas ciudades ya duermen “al raso” a veces con hijos e hijas menores de edad. Precariedad laboral, pobreza y enfermedad son sus constantes compañeras. Y en muchos casos la muerte los encuentra tirados en las calles como a Carmelo.

Su situación siempre grave se ha convertido en una pesadilla ante la necesidad del confinamiento para evitar la propagación de la pandemia. La Junta de Andalucía el 13 de marzo aprobó una Orden de medidas preventivas ante el COVID-19. En relación con las personas sin hogar la única actuación que se propone es “recomendar que no se faciliten billetes de desplazamientos entre ciudades a las personas sin hogar, por lo que, en consecuencia, habría que prolongar su estancia en los centros residenciales o de acogida a personas sin hogar”. Es preciso ser cínicos:

Es uno de esos colectivos que ante la crisis es imperativo no dejar tirados. Por eso no se puede ser más cínicos: ¿Dónde están esos centros residenciales o de acogida? Es imprescindible habilitar medidas extraordinarias que forzosamente tienen que pasar por ofrecer suficientes alternativas habitacionales a estas personas, en las que, además han de estar cuidadas y protegidas dada su extrema vulnerabilidad.

Nos consta que en Cádiz tanto desde Asuntos Sociales como desde la Fundación Atenea (contratada por el Ayuntamiento para la atención a las personas sin hogar) se ha desarrollado una actividad frenética para que la consigna quédate en casa no se convirtiera en una burla para estas personas. La alternativa habilitada en el Centro Náutico El Cano acoge ya a 90 personas, además de las que están en el Albergue Municipal de Capuchinos. Para poder atenderles se ha ampliado la plantilla de la entidad encargada, la Fundación Atenea, en 13 personas más. Se están ofreciendo comidas y se está atendiendo con dignidad. Hay que reconocer el esfuerzo y trabajo realizado por las personas responsables y las entidades voluntarias.

También nos consta el esfuerzo realizado en San Fernando por el área de servicios sociales y por las entidades que trabajan con las personas sin hogar para mantener los servicios en condiciones de seguridad y bienestar, así como la habilitación del pabellón del CEIP Servando Camúñez como espacio para acoger a las personas sin hogar en este periodo de cuarentena.

En Puerto Real, por su parte, a las pocas personas sin hogar de la localidad se les ha gestionado y trasladado al centro Nuevo Ciclo en Jerez por parte de la policía local.

Otras administraciones creemos que, sin embargo, no han estado a la altura de lo que nos exige esta crisis. Es el caso de El Puerto de Santa María en que las personas voluntarias y las entidades nos hemos quejado de la actitud altiva y despreocupada de los responsables municipales. Tras diecisiete días de decretado el estado de alarma, aún no existe alternativa habitacional para las personas sin hogar, que han estado siendo atendidas por personas voluntarias que se han obligado a salir de casa con riesgo a recibir una multa. A la hora de escribir esta nota, parece que por fin se abrirá alojamiento Centro de Emergencia Social de la Florida, donde se encuentra el albergue de Anydes, a partir del lunes. Esperemos que con medios suficientes para una atención completa y digna.

Similar falta de accesibilidad está demostrando el Ayuntamiento de Chiclana. No ha habido ningún esfuerzo por ofrecer soluciones habitacionales ni en incrementar los medios y cuidados para el colectivo, tan solo un punto de ducha en polideportivo Santa Ana, casi como si no estuviéramos en situación de alerta. La actitud prepotente, pero sin soluciones a la vista, se muestra en una nota del Ayuntamiento en la que acusa a las entidades como Apdha de no colaborar suficientemente, pese a estar desde el primer momento vehiculando y pidiendo información para mejorar el acceso a los posibles recursos para este y otros colectivos vulnerables. Pero alternativas habitacionales ni plantearlas. Debían emular a otras administraciones locales de la bahía de Cádiz que incluso son de su propio signo político.

La situación es alarmante por la nula previsión en Algeciras. Personas que dormían en hostales han tenido que abandonarlos por la imposibilidad de conseguir dinero para pagarlos. Pero no existe ningún albergue ni público ni privado para las personas sin hogar. La Apdha ha tenido que presentar una denuncia ante el Defensor del Pueblo Andaluz.

Desde la Apdha creemos que las personas sin hogar, al igual que otros colectivos vulnerables, deben estar en la prioridad de las administraciones en esta situación de crisis sin precedente. La dejación, inacción y desidia que algunas están demostrando, no sólo es irresponsable, sino que puede calificarse de absolutamente inhumana e inmoral. Criminal.

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