Aunque estemos consternados-as, aturdidos-as, alucinados-as, indignados-as y cuantos participios añadidos se te ocurran, ante el aluvión de escándalos de corrupción que ya nos asaltan al ritmo de tsunami por semana... Aunque el personal metido en briegas políticas lleve ya un tiempo que casi no atiende a nada que no sean encuestas, primarias, listas y cabezas de listas, programas, acuerdos y desacuerdos... Velando armas, en suma, ante el ciclo electoral que comenzará en cuestión de meses, y que promete (o amenaza, según se mire) con producir el mayor vuelco en el sistema de partidos nunca visto en casi cuarenta años de democracia...

Aunque en cuestión de días vaya a producirse un choque político de trenes de imprevisibles consecuencias con respecto al futuro de Cataluña en España o fuera de España... En suma, a pesar de todo cuanto acontece y vemos a diario en la vida política nacional, están ocurriendo cosas fuera del solar patrio incomparablemente más graves. Y no me refiero sólo, que también, a cosas como la epidemia de ébola en África y sus coletazos en el mundo que habitamos, ni a la guerra de un Estado islámico loco, de momento circunscrita a una frontera lejana del mundo que habitamos, ni al cambio climático que no cesa, que de momento nos regala con un verano prolongado en el mundo que habitamos... No.

Me refiero a cosas que se están pergeñando en el centro neurálgico del mismo mundo que habitamos, a la negociación en riguroso secreto entre la Unión Europea y Estados Unidos del llamado Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), un nuevo y trascendente tratado que, si no evitamos que prospere y se cierre, va a modificar drásticamente y para mal (para muy mal) las condiciones de existencia de millones de personas en toda Europa. Porque el TTIP, dicho en pocas palabras, implica rebajar al mínimo común denominador existente entre las dos partes del acuerdo, las regulaciones en los mercados de bienes, trabajo y capitales, con la supuesta finalidad de estimular el comercio transatlántico y con ello el crecimiento económico y el empleo. Pero hete aquí que tal rebaja regulatoria abre un horizonte de mercados inundados con productos agrícolas genéticamente modificados o carnes hormonadas, pero a precios de saldo, que acabarán en la ruina de las ya muy precarias explotaciones agropecuarias europeas (aún más las de la Europa mediterránea), especialmente las pequeñas y medianas, y a largo plazo con nuestra salud. Abre un horizonte de desaparición de controles sobre productos farmacéuticos, y por supuesto sobre su distribución y venta, que nos hará ver desaparecer farmacias y farmacéuticos de barrio. Abre un horizonte de eliminación de cosas como el salario mínimo interprofesional, que ya se respeta poco, pero que con el TTIP puede ser considerado una medida atentatoria contra los intereses de las grandes multinacionales, que además estarán protegidas por un Tribunal Internacional de la Competencia con mayores poderes que nuestros propios Tribunales Constitucionales y que nuestros maniatados gobiernos y parlamentos. Abre, en suma, un horizonte de sociedad y política definitiva e irreversiblemente cautivas y desarmadas ante el poder de las grandes multinacionales, tanto da si europeas o norteamericanas (las multinacionales no tienen más patria que sus cuentas de resultados), que ya no sólo será poder de hecho sino de derecho.

Todo esto puede decidirse en cuestión de meses. Ya se lleva tiempo negociando, como he dicho, con la más absoluta opacidad. Tanto que la parte europea ha declarado bajo secreto por treinta años toda la documentación que está generando esta negociación. Pero todavía podemos evitarlo. De momento, informándonos de por dónde nos vienen los tiros de este TTIP de destrucción social y política masiva. Luego movilizándonos contra su ratificación, primero en el Parlamento Europeo, después en los Parlamentos nacionales. Para eso tenemos que volver a poner a prueba nuestro sufrido estómago. Hazte a la idea de que lo de la corrupción es, porque de verdad lo es, casi una broma al lado de esta otra gigantesca estafa.

Puedes empezar acudiendo al acto con el que comenzamos el curso de ATTAC Jerez: un nuevo Café ATTAC, que este próximo miércoles 5 de noviembre, a las 19:00 horas en el Bar La Trocha (calle Caballeros), dedicaremos a Desmontar el TTIP. Y sigue atento a este asunto. Que no te cieguen las hostias que nos dan a diario, ni la convicción de que basta con echar a tanto sinvergüenza de la política, de una vez y para siempre. Porque, por increíble que resulte, no basta con eso. Estamos ante verdaderos gigantes, no ante molinos de mal viento. Hacen falta no uno sino miles, millones de Davides, tan astutos e inteligentes como cualquiera de nosotros-as pueda llegar a serlo.

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