¡Qué emoción de censura: mucho circo y poco pan!

Todo tiene pinta de que será el nuevo viejo PSOE de siempre, pero aliándose de nuevo con las batallas culturales para no hablar de pobres. Mucho circo y poco pan parece que es lo que vamos a tener.

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

Los ministros y ministras de Pedro Sánchez. FOTO: eldiario.es
Los ministros y ministras de Pedro Sánchez. FOTO: eldiario.es

Pedro Sánchez lleva desde el domingo filtrando nombres de futuros ministros a la prensa y nos gusta. Nos vende diversidad, paridad y modernidad, valores asociados automáticamente a ideas progresistas porque la posmodernidad ha roto los relatos de justicia universal y clase y ya todo pasa por las identidades que no hablan de pobreza. El feminismo mola, pero hablar de camareras de piso que cobran 400 euros al mes, ya mola mucho menos. La diversidad sexual mola mucho, pero hablar de un gay que ha sido expulsado de su trabajo, o no contratado, por la pluma que tiene, ya mola mucho menos.

El neoliberalismo ha aprendido a desvincular las ideas de justicia del feminismo, de la lucha LGTB, de la igualdad racial y de otras guerras culturales. Fue la Unión Soviética el primer país del mundo en despenalizar el aborto, en 1920, en abrir escuelas infantiles para hijos de madres trabajadoras y en nombrar a una ministra. Alessandra Kolontái fue la primera mujer en ser nombrada ministra en la historia del mundo, pero no mola reivindicarla porque era soviética, comunista. De la URSS sólo está permitido recordar lo malo, el estalinismo, que fue horrible, cierto es.

Frida Kahlo, como recuerda Daniel Bernabé en su recomendable y fantástico libro ‘La trampa de la diversidad’, era comunista, pero nadie lo sabe y hasta la popular Andrea Levy luce una camiseta con este icono global del feminismo. Nos están intentando hacer creer que ser de izquierdas es estar en contra de las minorías, porque si tienes clase ya no se te presupone que puedas ser feminista, activista LGTB o racial.

Es la feria de la diversidad, un valor comercial capaz de ser asumido por el capitalismo, frente a al discurso de la justicia, contra la explotación, incapaz de ser asumido por el capitalismo porque en su núcleo fundacional lleva la explotación y la injusticia como ingredientes fundamentales para su éxito. Claro que me alegro de que haya muchas mujeres en el Gobierno de Pedro Sánchez, de que haya gays, lesbianas, bisexuales o transexuales, en caso de que los haya, de que hubiera negros, musulmanes y toda la realidad con la que convivimos en el día a día en nuestra sociedades, pero el problema es que nos están montando, me temo, otro zapaterismo, modelo neoliberal de sonrisa jacarandosa que vendió el Estado a fondos buitres mientras nos permitía casarnos a los homosexuales. Nos permitió adoptar pero ahora nos encontramos con que no podemos adoptar porque con los salarios que tenemos no se fían de nosotros en el servicio de adopción de la Junta de Andalucía; privatizado también, por cierto.

En lo importante, en Economía, Pedro Sánchez ha nombrado a una alta funcionaria de Bruselas que fue también alto cargo de Pedro Solbes, el ministro de Zapatero que firmó el primer plan de ajuste con Bruselas y que abrió la puerta a los recortes y a la venta de nuestro país a inversores extranjeros a través de la reforma de la Constitución y de leyes ad hoc para tranquilizar a la UE. Ana Botín ya ha mostrado su alegría de que Ana Calviño, la flamante nueva ministra de Economía de Pedro Sánchez, vaya a velar por los intereses del Banco Santader.

Ahora estamos de celebración, porque habernos librado del PP ya es un hecho revolucionario en sí mismo, pero me temo que el PSOE no ha aprendido nada, no porque no quiera, sino porque no puede, porque sus alianzas no están con las clases populares y con una reversión del capitalismo neoliberal que tiene a un tercio de la población española en el umbral de la exclusión social.

Todo tiene pinta de que será el nuevo viejo PSOE de siempre, pero aliándose de nuevo con las batallas culturales para no hablar de pobres. Mucho circo y poco pan parece que es lo que vamos a tener. Me gustaría equivocarme, pero nombrar de ministra de Energía a la mujer que autorizó el almacenamiento y extracción de gas en Doñana, por Gas Natural, o a una firme defensora de los recortes y la austeridad, felicitada por Ana Botín, no avecina nada bueno. Eso sí, todo con mucha diversidad, porque ya sabéis, la diversidad es un valor comercial capaz de ser interiorizado por el capitalismo. La diversidad cabe en los escaparates de los centros comerciales, lo que no cabe es un anuncio contra las condiciones laborales de subsistencia; porque entonces el capitalismo se inmola, no mola. Defender a las mujeres, sí, pero sólo a las ricas; las que trabajan limpiando hospitales, en empresas amigas de Florentino Pérez, por 500 euros al mes, no molan. Vivimos en un país donde casi la mitad de sus miembros cobran menos de 1.000 euros al mes y aquí llevamos cuatro días hablando de astronautas y ministros modernos, exitosos, preparados, plurilingües y listos para lucir por la pasarela. ¡Qué emoción de censura!

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