Es festivo y estáis vertiendo la tacita del expreso en un vaso de jugo de naranjas, naranjas que ayer sacasteis de la nevera para que hoy tuvieran temperatura ambiente y no destruyeran la perfección de la mezcla: el jugo a temperatura ambiente y el café a su temperatura: más presión que calor.
Por las ventanas cerradas del salón comedor se cuelan las primeras voces de las manifestaciones del 1 de Mayo que todavía quedan, a las que no vais porque no se puede ir: todas las opciones presentan problemas que hacen imposible vuestra adhesión; en ninguna parte está la que os permitiría salir a las calles a pedir que, por fin, los derechos de los trabajadores sean los que tienen que ser y como tienen que ser.
Mayo, cada cuatro años, es un mes catástrofe, con alcaldes que quieren ser reelegidos y ninguno lo merece, así que vuestra opción de progres es no ir a votar ni seguir lo que ocurra en la campaña electoral, que ya se sabe: todos son iguales, solo vosotros sabéis cuál es la solución perfecta, la imposible e irrealizable, así que lo mejor es quedarse al margen y que no os mezclen.
Nada, ni hablar, con vosotros que no cuenten, no queréis veros mezclados, mientras el café se ha disuelto demasiado en el jugo de naranja, por una cierta impaciencia vuestra, pero os disculpáis a vosotros mismos y os lo tomáis sin siquiera esperar a llegar a la mesa. El ser humano no sabéis, pero todos los políticos son iguales y vosotros no os mezcláis. Además, el 28 de mayo hay un encuentro con amigos que no se puede aplazar: todos progres y ninguno vota, como vosotros mismos. Quizá alguno sí.
Tampoco vosotros, progres-de-clase-media-trabajadora, vais a votar, que no podéis identificaros con ningún programa electoral, y mira que hay pila: no hay caso, todos fallan por alguna parte y no es cosa de detalles, que son detalles muy importantes. El detalle de ser trabajador y clase media al mismo tiempo es otro asunto: se es más clase media que trabajador, que da más nivel social y pone crema suavizante en las manos.
¿Quiénes sois los progres que no votáis?, ¿quiénes sois los progres? Seguramente liberales, de un liberalismo que en España nunca jamás tuvo ningún éxito; en realidad parecéis conservadores liberales, amigos de según qué leyes; socialdemócratas de un reparto razonable; liberales nuevos de caña dominguera y libertad individual para quien se la pueda pagar, pero os resulta incómodo que os metan en esos sacos, porque a vosotros lo que os gusta es quedar siempre por encima, como el aceite, sin daros cuenta de lo que pringa. Os gusta que digan que sois progresistas, y nadie sabe qué significa eso en verdad: una mezcla demasiado mezclada y contradictoria. Es una música sin letra que suena alegre y nueva, pero resulta que son los acordes del flautista de Hamelín: arrastra por hipnotización.
Ser progre da guapura y el pego de ser muy independiente, insobornable, indomable: el hito y el mito del ser humano. El dios que Aristóteles atribuía al ser humano que no necesitaba pertenecer a la sociedad y no era una bestia. De esa guapura se inviste a sí mismo el progre, que no vota para mantenerse inmaculado, que no se casa con nadie para parecer sabio, que se separa de la masa porque no le importaría la soledad. Y todo es una pura pose, una presentación teatral de sí mismos, entre el narcisismo y la identidad cultureta de quienes no han entendido nada. Ser progre te puede hacer un tipo interesante. Hablar de progresismo sería otra cosa, y muy compleja, si se abordara con la seriedad del caso.
Las razones para no votar seguro que pueden ser muy diversas y todas legítimas. La pregunta que se plantea es cuáles son las verdaderas razones para no votar y poder ponerse ante el espejo para sostenerlas.
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