La procesión de la Reina Roja

Yolanda Díaz tiene en la mano verdaderamente evitar la suma cero y ser la candidata que la izquierda necesita ahora que sea, filias y fobias aparte

Yolanda Díaz, en el programa de Jordi Évole.
Yolanda Díaz, en el programa de Jordi Évole.

Évole remató las semanas de pasión y mortificación de la izquierda con una extraña entrevista en su programa. Aunque el propio periodista reconoció que no fue su mejor programa, el momento escogido y el planteamiento no parece casual. Dar la voz a Yolanda Díaz en un momento crítico y enfrentarla a la demonizada figura de Pablo Iglesias llevó a borrar en el diálogo a la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, y a olvidar a Alejandra Jacinto, la candidata del partido político por el que es ministra. Mientras se evidenciaban estos olvidos selectivos, se indicaba implícitamente el voto de la Reina Roja en las inminentes elecciones en la Comunidad de Madrid para Mónica García, la líder que ni quiso la unión de la izquierda en Madrid con, precisamente, Pablo Iglesias, ni la ha querido ahora con Alejandra Jacinto. Una extraña de forma de sumar.

Aunque el leve acercamiento de la izquierda en la manifestación del 1 de Mayo haya supuesto un soplo de esperanza, el camino de la unidad está siendo realmente tortuoso. La última flagelación pública de la izquierda se escenificó con el lanzamiento de Sumar en un templo del deporte en la calle Serrano, en el poco popular distrito El Viso. Un escenario privilegiado, o transversal, en el que se preparó una “boda roja” a la que faltaron invitadas, pero en la que se apreciaron nuevas alianzas. Sintonías entre líderes con viejas rencillas ahora aparcadas, como Garzón y Errejón, junto al aliento en la distancia de cadáveres políticos a los que sólo les ha insuflado vida en el desierto La Sexta, como Espinar o Llamazares. El nuevo partido se hacía carne mientras en los actos previos sólo se esbozaba tangible marcando la distancia frente a Podemos. En julio de 2022 empezaban los actos “sin partidos” colocando en el escenario al portavoz de Leganemos- Más Madrid Leganés.

Pese la presentación física de Sumar, con su marcada procesión en los medios, el partido sigue siendo un acto de fe que solicita la adhesión inquebrantable de la izquierda sin visibilizar líneas programáticas que lo separen de Podemos. Un partido fantasma que solicita dádivas, no microcréditos, sin mostrar sus evangelios políticos. El proceso de escucha ha sido un misterio con 35 grupos de mandarines. Una hermética obra de arriba abajo coordinada por el PCE y ex de Podemos, como Lander Martínez, que indicaban a la militancia que no era necesario saber quién formaba los grupos de trabajo. A nivel local, el silencio con el activismo social era atronador mientras se esperaba la palabra revelada con impaciencia y fe en la posibilidad de un frente amplio.

Los profetas de la nueva fe de la izquierda pregonaron la caída del falso mesías de Vallecas con ánimos redoblados tras tomar la guerra de Ucrania como una señal y la emisión del podcast La Base como un desafío. La difusión de las conversaciones de las cloacas de Ferreras aceleraron los tiempos. El pacifismo era ahora una herejía política y una excusa para someter a un partido de Gobierno. A los apóstoles del yolandismo no les tembló la mano para arremeter contra Podemos cruzando todos los límites y enrareciendo el ya complicado camino hacia la confluencia. Empezaron a sonar graves acusaciones de putinismo desde el sector pop de La Vanguardia. El fuego amigo ardía en la Tierra Media de la izquierda con Pedro Vallín arrinconando a Podemos en un Isengard rusófilo. Los apóstoles se volvieron inquisidores contra las brujas del Este intentando quemar en la hoguera digital a Inna Afinogenova. Podemos era comparado con la secta Qanon por el profeta Moriche con total desfachatez. Antonio Maestre ha asumido el papel de apóstol desbocado desde sus púlpitos. Igual podía insinuar que Podemos se ponía de perfil en la revuelta feminista en Irán por los supuestos lazos de Iglesias que arremetía contra compañeras de profesión como Anita Botwin. 

La procesión de la Reina Roja terminaba en el templo en prime time de la izquierda. Este santuario de paz ya había recogido en otras ocasiones la palabra del caído Iglesias. En marzo de 2017 se le juntó con militantes de Podemos. Casualmente, todos eran simpatizantes de Errejón. Todavía fue más extraña la entrevista conjunta de Íñigo Errejón, todavía en Podemos, y Eduardo Madina, como parte del PSOE, en marzo de 2018. En esta sosegada entrevista, ambos políticos, ahora muy afines a Yolanda Díaz. visitaban Villaverde y tomaban contacto con personas del barrio desilusionadas con los políticos de izquierda. Al inicio del diálogo una de las personas desencantadas entró abruptamente en la conversación y centró las culpas en Iglesias. Espetó que era “muy radical” e inflexible. Esta anónima persona de Villaverde era en realidad un activo militante de la agrupación del PSOE de Getafe que pudo golpear al caído en horario de máxima audiencia.

Es un momento tan crítico, con la extrema derecha llamando a la puerta junto a un radicalizado partido de la Gürtel, el frente amplio es más necesario que nunca. No hay más opciones. Yolanda Díaz tiene en la mano verdaderamente evitar la suma cero y ser la candidata que la izquierda necesita ahora que sea, filias y fobias aparte. Al votante de izquierda no le importa su amistad con Pedro Sánchez, le importa que se le obligue a hacer políticas sociales. Las políticas del acuerdo de gobierno que han supuesto un escudo en el peor momento conseguidas con el ruido necesario. Ser la Reina Roja es una responsabilidad, porque, como se puede consultar en la hemeroteca, no fue una imposición. 

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Comentarios (1)

DOMINGO Hace 11 meses
Ojalá se llegue a esa unión de la izquierda, aunque en mi opinión ya llega tarde. No se entiende que que no hayan llegado a acuerdos de cara a las elecciones municipales y autonómicas
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