Pregonar vino y vender vinagre

El autor reflexiona sobre la gestión del flamenco por la Junta andaluza: "Es más que evidente que solo les importa el flamenco de cara a la foto oficial y la pose política en el momento que se convoca una rueda de prensa"

La consejera de Cultura, Patricia del Pozo, en el centro, junto a Úrsula López, Ricardo Pachón, Mar Sánchez Estrella y Javier Menéndez, en una imagen de archivo.

Hace un par de días que la diputada popular en la Asamblea de Madrid, Almudena Negro, encendía las redes sociales al afirmar que el flamenco nació en Madrid. Declaraciones que han hecho que los defensores oficiales de nuestra manifestación cultural más singular e internacional salgan de todos los rincones para darse golpes de pecho y rajarse las camisas, histriónicamente.

Cuando lo verdaderamente grave y preocupante de todo esto no es la anécdota en sí, sino el cinismo y la demagogia en la que el actual Gobierno de la Junta de Andalucía se ha instalado con respecto al Flamenco, en particular, y la Cultura, en general. Para ello no hay más que acudir a la hemeroteca para oír de viva voz al actual Consejero de la Presidencia, Elías Bendodo, criticar en una comparecencia de prensa como: “La Agencia de Instituciones Culturales es una de las muchas agencias, entes, consorcios, fundaciones que hay en Andalucía y que creó el Gobierno socialista. Y es precisamente en esta agencia donde mejor se escenifica el modelo de gestión socialista. Por eso es una de las prioridades de este gobierno, también cambiar esta forma de entender la gestión pública. Miren ustedes. Una agencia que tiene 483 empleados. Que tiene 24 millones de euros de presupuesto. 18 se dedican a pagar nóminas. 5 se dedican a gastos generales. Suman 23 millones. Con lo que, un millón queda para la acción cultural para toda Andalucía. Ese es el modelo que cambiaron los andaluces el pasado 2 de diciembre. Y ese es el mandato que tenemos nosotros. Hacer que las cosas cambien”.

Lo anteriormente expuesto y criticado tendría sentido si a efectos prácticos, el nuevo gobierno hubiese hecho lo contrario de lo que criticaba. Sin embargo, muy al contrario el Flamenco y la Cultura, con la llegada del nuevo gobierno han ido a peor. Ya que a las incalculables perdidas y empobrecimiento que el Covid-19 ha causado en dicho sector habría que añadirle el total abandono sufrido a manos del nuevo ejecutivo. Ya que ni se ha modificado el presupuesto, ni se ha modificado el número de empleados que la Agencia de Instituciones Culturales tenía durante el gobierno socialista. Y si ha ido a peor ha sido porque desde hace, prácticamente, dos años el Instituto Andaluz del Flamenco y el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco se encuentran sin dirección.

En el primer caso, debido a que después de un proceso de selección que ganó Ricardo Pachón, fue destituido meses después –como resultado de unas oscuras intrigas palaciegas- sin que hasta la fecha se haya vuelto a tener noticia alguna de que dicho puesto vaya a ser ocupado por alguien. Y en lo que al Centro Andaluz de Documentación del Flamenco se refiere porque se encuentra sin director/a desde el principio de la legislatura. Todo ello sin mencionar el sangrante caso de la exdirectora y coordinadora del Instituto del Flamenco, María de los Ángeles Carrasco, que tras ganar dos procesos judiciales a la Junta de Andalucía, se encuentra en su casa cobrando su sueldo, sin poder incorporarse a su puesto ante el recurso que la administración autonómica ha interpuesto a la sentencia del juez que ha resuelto dicha demanda.

Si a todo lo expuesto le añadimos el silencio administrativo e institucional que la Junta de Andalucía ha dado como respuesta a las recientes  declaraciones de Almudena Negro. A pesar de que en el artículo 68 del nuestro Estatuto de Autonomía se diga que “Corresponde asimismo a la Comunidad Autónoma la competencia exclusiva en materia de conocimiento, conservación, investigación, formación, promoción y difusión del flamenco como elemento singular del patrimonio cultural andaluz”. Deberían quedarnos pocas dudas acerca de la incoherencia y falta de sensibilidad que el actual ejecutivo andaluz tiene en materia de cultura y con respecto al flamenco. Habida cuenta de la distancia existente entre lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen.

Ya que es más que evidente que solo les importa el flamenco de cara a la foto oficial y la pose política en el momento que se convoca una rueda de prensa. O lo que es lo mismo, utilizar el Flamenco como florero político para seguir haciendo lo que mejor saben hacer. Pregonar vino y vender vinagre. Mientras el sector de la cultura en general y el del flamenco en particular se desangra y perece de inanición como resultado del más absoluto abandono por parte de quienes hace muy poco tiempo criticaban al anterior gobierno y se arrojaban la responsabilidad que como mandato les habíamos hecho los andaluces.

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