Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en un pleno durante el estado de alarma. FOTO: PSOE
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en un pleno durante el estado de alarma. FOTO: PSOE

Plena ola de frio, tiempo de uso intensivo de la calefacción y aumento de su precio. En un país en el que el 20,7% de la población se encuentra en riesgo de pobreza, y especialmente en una comunidad en la que dicha cifra se eleva hasta el 31,3%, el precio de la luz preocupa. Todos los partidos de la izquierda alguna vez han condenado los abusos de las eléctricas y la pobreza energética, firmándose incluso un pacto. Esta situación hace que ahora todas las facciones de la izquierda ajenas al gobierno se lancen al cuello de PSOE-UP al grito de traidores. La posibilidad de perder votos por la izquierda pone nervioso a UP, que se hará la víctima y le pasará la patata caliente al PSOE a pesar de contar con la cartera de consumo. Pero ¿es realmente esta situación evitable?

Durante estos días se ha estado hablando mucho del precio de la luz, su mercado, su regulación, su método para fijar precios, etc. Realmente no tiene mucho misterio. La demanda ha subido por la ola de frio. Para cubrir esta demanda, las eléctricas han tenido que hacer un mayor uso de las centrales de combustión por gas natural (vamos a simplificar lo del mercado mayorista de centrales). De por sí, debido al aumento de su demanda internacional, el precio del gas subió un 22% de un día para otro. Se le debe añadir las cargas impositivas adicionales, los bonos de CO2 y todas aquellas que penalizan los combustibles fósiles en la transición energética. Solo queda explicar la cuestión del ahora famoso mercado marginal.

Un mercado marginal es aquel en el que el precio es igual al coste marginal, es decir, lo que cuesta la última unidad que se produce. Se conoce que primero se contabilizan las unidades más baratas, procedentes de las energías renovables, y luego se da paso a la nuclear y la combustión fósil. Esta situación tampoco es nada inusual. En la microeconomía básica, la optimización de beneficios se consigue cuando los costes y los ingresos marginales se igualan, fijándose en este nivel el precio si se trata de un monopolio.

Lo ideal para el consumidor sería que el precio se fijara en función del coste medio y la demanda, de tal forma que no tuviéramos que sostener los beneficios extraordinarios del monopolio, que no es otra cosa que un drenaje de renta de consumidor a empresario. Sin embargo, nada se puede hacer sobre estas reglas de fijación de precios, ya que vienen dadas por la Unión Europea. Por lo tanto, imposible (para que luego digan que las elecciones al Parlamento Europeo no son importantes).

El resultado hasta aquí es que el gobierno está atado de pies y manos. Poco se puede hacer. Garzón ha instado a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) a revisar si las eléctricas han calculado el coste marginal correctamente, o si se han puesto en funcionamiento todas las centrales de energías renovables que deberían estarlo. Otras opciones serían bajar el impuesto a las eléctricas, los conocidos como peajes, o el IVA. Aquí se pueden tener en cuenta numerosas consideraciones, como que la incidencia del impuesto a las eléctricas se traslada finalmente con todo su peso vía precios a los consumidores. Sin embargo, dada la situación del fisco, está el panorama difícil.

Estando acorralados, los partidos del gobierno salen al paso defendiéndose lo mejor que pueden. Mientras el PSOE señala que se trata de una situación coyuntural, UP sigue igual que siempre, haciéndose la víctima y culpando a su socio. Por otra parte, la izquierda minoritaria lanza sus torpedos aprovechando la desinformación y cogiendo el testigo del odio a las eléctricas. El argumento estrella es acusar a UP de traidores, dejando implícito que el PSOE ya lo era de antes. El cazador cazado. La estrategia principal de UP ha sido siempre acusar al PSOE de vendidos al sistema, identificándose como la verdadera izquierda. Ahora están recibiendo su propia medicina. Su marketing político se vuelve contra ellos.

Muchos de los discursos de la izquierda alternativa se basan en simplificar cosas demasiado complejas. Se habla muy rápido y se dejan fueran muchas variables que entorpecen luego ese sueño idealista. Por mucho que critiquen y denigren al PSOE y UP, ni Adelante ni ningún otro grupúsculo de tradición anticapitalista hubieran afrontado esta situación mejor. Lo más seguro es que la diferencia fuese a peor. Y a la vista está que UP no está actuando de manera muy distinta al PSOE, salvo algunas declaraciones en falso.

Aquí es cuando encima los cuatro chavales que todavía no han superado la muerte de Stalin dictan su receta para todo: Asalta los medios de producción y nacionalízalos. Los más moderados se conforman con la expropiación. Hay también quien dentro de UP se suma a defender esta vía, pero sigue siendo solo marketing político. Ni, aun así. Comprar a Endesa sería comprar a un gigante de 23.500 millones de euros, más del 5% del PIB en una sola operación. Se va del presupuesto y de sobra. Pues sí, parece más fácil comprar cinco fusiles en el mercado negro y sin ni siquiera saber disparar, derrotar en una insurrección a un ejército profesional.

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