Por qué soy un hombre feminista

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Miembro de la Asociación de Hombres Igualitarios de Andalucía. (A Rocío siempre, antes, después y luego)

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Me preguntan y me pregunto por qué yo, educado en un colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristina de la Salle de Sevilla, que vivió los letargos de la dictadura, la mentira de la transición y ahora esta democracia, marido, padre de dos hijas, funcionario, y hasta hace poco un votante socialista de años, soy feminista. Cuáles han sido las razones para que de la noche a la mañana me haya vuelto un converso al feminismo, renunciando a mi credo patriarcal, al punto de promover y ser miembro de un grupo de hombres por la igualdad en la administración pública donde trabajo.

Sinceramente no sé contestar a esa pregunta y hay días en los que pienso que lo mio con el feminismo debe ser algo así como lo de San Pablo con Dios y el caballo. Es decir un misterio, una revelación, o un golpe en la cabeza, que desde hace un par de años me ha llevado a abrazar esta causa con intensidad. Algunos amigos me dicen que mi motivación está en el hecho de tener dos hijas. Pero no lo creo, porque hace tiempo que ellas nacieron, y sin embargo no he sido feminista hasta ahora.

Las razones deben ser de otra índole, quizás ser un hombre al que las desigualdades y las injusticias, el maltrato, menosprecio y la fata de respecto a las personas y a su dignidad, no le son nada ajenos. Creer que nadie tiene derecho a tener mas derechos ni privilegios que otras personas, sobre todo si estos son mantenidos sobre la negación de los derechos de las demás.

Puede ser también porque nunca me sentí cómodo en este traje de virilidad, hombre responsablemente violento, proveedor, ausente de ternura y sensibilidad, y porque he descubierto que no todo lo que aceptábamos como normal y natural era normal ni natural. Lloro y mucho, soy mu tocón, de muchas caricias, algo cageta y con pocas cosas claras.

No soy manitas, ni me gusta el bricolaje, conducir, hablar de mujeres con los amigos o encargarme de los papeles del seguro del coche. En cambio sí disfruto estando con mis hijas, siendo presidente de la AMPA en su colegio, yendo a las tutorías, pintando juegos en los patios del cole, y pringándome hasta las trancas en la defensa de su educación y de la educación pública en general, la de todes, sí todes, aunque les fastidie a los fachas.

Soy feliz así, perdiendo el tiempo, escribiendo... 'Y ahora qué...', mi Poemario de un Hombre en De- Construcción, y no quiero ser de otra manera, tener que impostar o aparentar ser. Me preocupa el futuro y el modelo de hombre que dejamos a los mas jóvenes. Y no me gusta para nada la imagen que de mí refleja el espejo, un hombre que duele.

Y quiero cambiar, que mi cambio contagie; porque me gusta la libertad, la alegría y la solidaridad que busca la justicia y porque sé que la igualdad sólo será real si los hombres cambiamos, y colaboramos con las mujeres, los gays, las lesbianas, y las personas trasnsexuales en su lucha, la de todas, todos, todes. Hombre, anímate; sí, tienes mucho que perder; pero también que ganar, porque recuerda: la igualdad nunca sumó cero.

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