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"Pero los que no disfrutamos de sus hazañas lo sentíamos como alguien especial, como un ídolo, porque sabemos que sin él nada de lo que envuelve ahora a esta disciplina hubiera ocurrido".

Hace ya cinco días que falleció Ángel Nieto y todavía cuesta creerlo. Qué irónica es la vida. Tantos años corriendo en el asfalto y es ahí donde sin esperarlo todo se trunca. Para mí uno de los momentos más especiales de cada año es vivir el Gran Premio de Motociclismo de Jerez. No soy gran amante de los deportes pero el motociclismo, no sé por qué, me hace sentir algo especial. Recuerdo que todos los años Ángel Nieto daba la vuelta al circuito y conseguía poner en pie a toda la grada, a la que saludaba con profundo agradecimiento. Si algo me gusta de este deporte es que la afición es sana y la rivalidad no va más allá de lo que pasa en la carrera. Y Ángel era un gran ejemplo. No había nadie en Jerez que no formase parte de esa gran ovación que ponía los pelos de punta. El Gran Premio jerezano nunca volverá a ser lo mismo sin su presencia.

Nunca le vi correr una carrera, ni ganar esos 12+1 títulos. Se retiró antes de que yo naciese y me enganchase a este deporte (algo de lo que por cierto tiene mucha culpa su sobrino Fonsi Nieto). Pero incluso los que no disfrutamos de sus hazañas lo sentíamos como alguien especial, como un ídolo, porque sabemos que sin él nada de lo que envuelve ahora a esta disciplina hubiera ocurrido. Ni Marc Márquez, ni Jorge Lorenzo, ni Dani Pedrosa serían hoy quienes son. No solo ha sido un gran maestro para los pilotos, también para los que hemos seguido las carreras desde casa y hemos aprendido con sus comentarios. Lo poco que sé de esto en gran parte se lo debo a él. Que las cadenas de televisión encargadas de retransmitir las carreras contasen con Ángel como comentarista era un lujo. Su pasión, su sabiduría, el cómo se anticipaba a lo que iba a ocurrir, y la manera de emocionarse traspasaban la pantalla. Qué tristeza saber que eso no volverá a pasar. Igual que no ocurrirán otras cosas como la entrega del premio Princesa de Asturias de los Deportes que hace tanto tiempo se le tenía que haber otorgado. “El jurado del premio no tiene vergüenza”, decía su compañero y amigo Jorge Martínez Aspar hace unos días. Cuánta razón, no la tienen. Y si decidieran entregárselo a título póstumo ya no sería igual. Al menos otros merecidos reconocimientos sí le llegaron a tiempo. Sobre todo el de la afición y el de la sociedad en general. Hasta muchos de los no aficionados de alguna manera le admiraban. Y para él ese premio era el más importante.

Si con algo hay que quedarse del legado de Ángel Nieto, además de con sus éxitos deportivos, es con su humildad, energía y ganas de vivir. Es lo que destacan de él quienes le conocían y lo que desprendía en cada entrevista. Hay que tener presentes frases que pronunció como “Perder es tan importante como saber ganar”, “La gente se cabrea demasiado. Yo antes también me agarraba buenos rebotes, ahora prefiero reírme” o “La velocidad es buena para saber que hay que ir despacio”. Así era don Ángel Nieto, leyenda del deporte. El maestro que hizo posible lo imposible y a quien los que formamos parte de alguna manera del mundo del motociclismo español tenemos que estar eternamente agradecidos.

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