Dereck Chauvin, el policía arrestado por la muerte de George Floyd.
Dereck Chauvin, el policía arrestado por la muerte de George Floyd.

En The Guard (en España El irlandés), película de 2011 escrita y dirigida por John Michael McDonagh, hay una escena genial en la que el policía irlandés (Brendan Gleeson) hace una serie comentarios racistas al agente negro del FBI (Don Cheadle) que son rechazados por el corrupto jefe de policía local que solicita a Brendan Gleeson que los retire. Éste se niega y alega en su negativa que los comentarios racistas forman parte de su identidad cultural irlandesa y pide respeto para la misma, acusando implícitamente  al jefe de policía local de racismo por exigirle que reniegue de su identidad cultural racista. 

Amanda Gorman es una poeta afrodescendiente norteamericana que leyó un poema en la investidura de Joe Bilden. Hasta ahí nada llamativo  dado el carácter multiétnico de la nueva administración USA. La sorpresa saltó después; Gorman ha exigido que los traductores a otras lenguas del poema sean mujeres y con similares experiencias de dominación. El argumento era que solo alguien que haya vivido experiencias similares a la autora puede comprender y traducir fielmente el espíritu del poema. No se trata de discriminación positiva de las traductoras negras frente a la presencia abusiva de los hombres blancos en la traducción literaria. No es una cuestión de derechos, ni de visibilidad sino algo más aparentemente sutil: una expresión de la epistemología del sur, versión literaria. 

Dejando al lado la más que discutible creencia en que los hechos literarios expresan experiencias personales directas de los autores y autoras, lo cual conllevaría, por ejemplo la exigencia a Patricia Highsmith de haber sido una asesina en serie para no incurrir en la impostura y en la apropiación cultural de la muy respetable, por singular, comunidad de los asesinos.

La cuestión es más grave y comporta una descalificación contra toda forma de conocimiento objetivo o universal y a favor de un empirismo tan chato como reaccionario. Las paradojas del policía irlandés, reivindicando como signo de identidad legitimo al racismo; o las estrambóticas exigencias literarias de Gorman, le estallan en la cara a toda esta monserga relativista  de las epistemologías del sur, que no es lo mismo que la epistemología postcolonial. Cuando toda fuente de valor y legitimación reside en el  hecho de que es propio y distinto; entonces hasta la negación del valor de lo propio y lo distinto, el racismo, es legítima.

Si los seguidores de las epistemologías sureñas supieran lo neoliberal que es el relativismo epistémico, se horrorizarían. Parece mentira que después de haber padecido a ese relativista que es Trump, no hayan escarmentado.¿No les vale esa experiencia para poder  reconocer aquello que proclamaba  Antonio Gramsci sobre la verdad y la revolución? Deconstruir a las epistemologías del norte es desmotar sus falsedades, no inventarse falsedades nuevas y antagónicas.

Hay que decirlo claro. Existen numerosas epistemologías sesgadas por la visión eurocéntrica, clasista o patriarcal pero la función de la epistemología postcolonial o de género es criticar el racismo, el sexismo o el clasismo latente bajo lo que durante demasiado tiempo se ha llamado epistemología científica, no construir una epistemología local para cada tribu. La trampa reside en creer que como ellos tienen su epistemología, nosotros o nosotras tenemos la nuestra. No toda ciencia es local, es más, toda ciencia debe tener como ideal regulativo no serlo.

 

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