El Bartolo fue una autoridad en el mundo jurídico, un jurista medieval que, reinterpretando el Derecho romano, dio con la definición clásica de propiedad privada. También Bartolo designó, por extensión, un “bártulo”, es decir, un libro tan gordo como los manuales de Derecho que él mismo escribió (“un tocho” se decía en mis tiempos). Pero en tierras gaditanas de la Janda el Bartolo es un cerro, precisamente aquel que separa el resto del mundo de la playa de Bolonia.
Esta Bolonia gaditana es considerada una de las mejores playas de Europa, siempre que no azote el Levante. Cuando este concede un descanso, acude mucha gente e incluso se forman colas a lo largo de la carreterilla que sube sinuosa, pasa junto al Bartolo y baja hasta la Ensenada. Los turistas llegamos para consumir playa, atún y gin-tonics. Las vacas retintas no son menos y dan su passeggiata mattutina por la arena, balanceando las caderas y sin parte de abajo del bikini. Por si fuera poco, al caer el sol excursionistas a caballo trotan por la orilla. Con la noche, la mayoría se vuelve a sus hogares, pero unos cuantos se quedan a dormir en habitaciones, otros en caravanas y, algunos, los más atrevidos, lo hacen tendidos en la arena bajo un cielo ardiente de estrellas. En fin, por las arenas claras y públicas de Bolonia y de toda la Península, gozan y disfrutan en verano unos y otros. En Italia, en cambio, recuerdo que muchas playas tenían el acceso prohibido por ser privadas.
Si Bartolo, el jurista medieval, viniera a la playa de Bolonia en estos días, quedaría sorprendido, seguro, de muchas cosas: una, de los glúteos que vienen y van; otra, de lo bien que se come en el restaurante de la familia Otero; otra, de cómo las ruinas romanas de Baelo Claudia siguen ofreciendo novedades; pero, sobre todo, quedaría petrificado al saber de la transformación del derecho de propiedad privada desde su siglo XIV hasta el siglo XXI.
¿Función social? La cosa es difícil de explicar profesor. Me pone en un aprieto porque hoy día existe mucha confusión. Todo podría cumplir una función social. Bartolo, pensativo, daría un largo trago al vino blanco fresquito de Arcos de la Frontera. ¿Todo? Todo, profesor. La playa, las ruinas, las casas… ¿Y las vacas o bienes semovientes? También Sr. Bartolo. ¿Y los culos? ¡¿cómo, Sr. Bartolo, no me esperaba esto de usted?! Sí, bueno, demos por hecho que son propiedad privada, ¿no? Pero solo algunos pueden generar función social y, otros, dudo que lo cumplan. ¿Entiende mi duda? ¿Cómo se determina esa función social? ¿Se calcula?.
