Mejor mojados

¿Han contemplado alguna vez de cara a la felicidad? Espero que al menos una vez en la vida hayan contado con ese privilegio

Imagen del Ayuntamiento de San Fernando.
Imagen del Ayuntamiento de San Fernando.

Caminaba hace unos días por la ciudad de San Fernando tras asistir al acto de presentación de un libro al que fui invitada y me dirigía hacia donde había dejado aparcado mi vehículo que distaba a unos diez minutos del lugar del evento. Todos hemos sufrido días pasados las elevadas temperaturas propias de la estación en la que nos encontramos y que no han tardado en manifestarse demasiado. Caminaba despacio, pues al abandonar el recinto, a pesar de estar previsto con aire acondicionado de vez en cuando, la calle era barrida por una brisa veraniega de esas que al sentir en el rostro provoca que cierres los ojos para mayor deleite. 

Llegando a la altura del Ayuntamiento de la ciudad, el cual después de ser sometido a una restauración luce bastante hermoso, es imposible no reparar en la cantidad de vida que gira alrededor del mismo. Bares y locales de ocio lo rodean, sus amplios escalones sirven de punto de encuentro para jóvenes, niños y adultos que los toman como asientos y se detienen en ellos para conversar y contemplar los vistosos chorros de agua que emanan del suelo y que forman parte del deleite de los isleños y de todo el que visita la plaza. No tuve más remedio que detenerme al llegar a la plaza del Ayuntamiento, las risas que llegaban a mis oídos y el entusiasmo que envolvía el ambiente me atraparon dando orden a mis pies para que se detuvieran ¿Han contemplado alguna vez de cara a la felicidad? Espero que al menos una vez en la vida hayan contado con ese privilegio. Yo en aquel momento, observando a aquellos niños y niñas esquivar aquellos chorros de agua, fui agraciada con uno de esos momentos tan emotivos y especiales que solo quieres guardar en tu cabeza para egoístamente no compartir con nadie.

Aquella tarde la felicidad se me presentó de frente y tuve la suerte de reconocerla en el jolgorio de aquellos niños y en el rostro de un pequeño de no más de tres años que de forma temeraria se lanzó a mojarse y que al segundo fue imitado por todos. El disfrute de aquel pequeño que entraba y salía del agua riendo a carcajadas, con los brazos tendidos al cielo y con su camiseta del equipo gaditano pegada al cuerpo como una segunda piel, es algo que a pesar de creer que dispongo de cierta habilidad para expresarme con palabras se me hace difícil de describirles. Las sensaciones créanme únicamente deben ser sentidas, ni siquiera deberían ser leídas. 

La felicidad es, según dijo Kant, “un ideal de la imaginación”, Séneca afirmaba que consiste “en no desear nada” y Joan Paul Sartre estaba seguro de que para alcanzarla “hay que querer lo que una hace”. Puedes quedarte con cualquiera de las anteriores definiciones, o no estar de acuerdo con ninguna, yo, por supuesto, pienso que la felicidad se encuentra en aquello que hace sonreír a un niño, a un anciano, lo que logra sacar una carcajada desde lejos a un sin techo que ve como un pequeño se lanza a un chorro de agua y sale con los brazos en alto triunfante y una mirada radiante. La escritora y filósofa no graduada, Tati Ballesteros opina que “la felicidad es una decisión constante que tomas en la vida”, tanto si piensas que es una acertada reflexión como si no, simplemente seamos felices, sé feliz. 

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