Imagina

Preguntas a diario por el cachorro, y respiras aliviada, la mañana que te informan, que ya está fuera de peligro y a la espera de ser acogido por alguien

No me abandones, de Jerez, premiada como mejor protectora 2021: "Damos voz a quien no la tiene".

Supón que vas conduciendo mientras escuchas en la radio tú cadena de música favorita. Te has levantado radiante y aunque no sepas la letra, tarareas cada una de las canciones, sin importarte en absoluto. A lo lejos y a pesar del espectáculo que tienes montado para ti mismo en el coche, ves como los vehículos que circulan delante, van esquivando lo que aún reconoces tan solo,como un bulto en la carretera. Te acercas al “obstáculo” y vuelves la cabeza ante la imagen del animal tumbado y el pequeño charco de sangre, que lo rodea en el asfalto. Pobre animal, me ha recordado a Happy, y lo feliz que fue con nosotros mientras vivió, dices para ti mismo, aunque en realidad no se trata de un recuerdo bonito, solo lo has utilizado para calmar tu mala conciencia, y seguir sin detenerte, sin hacer una llamada de auxilio, sin preocuparte por si el mal afortunado gato, sigue con vida o sin ella. Haces lo que todos, lo esquivas con el coche, y prosigues tu camino, evitando durante unos minutos mirar hacia atrás, por el espejo retrovisor. 

Ahora imagina que vas conduciendo y suena en la radio, esa canción de Elvis que te encanta, a pesar de que te hace sentir mayor. A lo lejos ves los conos naranjas de precaución, y un coche que está detenido en el arcén. Los vehículos de delante, ponen en marcha las luces de emergencia al pasar por su lado, y aminoran la velocidad.

Emulas a los coches que circulan en fila, pero al llegar a la altura del vehículo detenido, decides parar, pensando en que tal vez, necesiten algún tipo de ayuda. Sales del coche dejando en silencio al rey del Rock, y colocándote el chaleco reflectante, te acercas a interesarte por lo sucedido. Una chica joven, está sentada en el suelo con las piernas cruzadas, le preguntas si puedes ayudarle y ella, solo tararea una melodía, en un tono sereno y dulce. Mece su cuerpo lentamente hacia delante y hacia atrás, entonces te das cuenta, que sujeta algo entre sus brazos, te agachas, y ves enroscado a un pequeño peludo de bigotes largos. Te emocionas al oír su débil ronroneo, y al ver sus tiesas orejitas ensangrentadas,

¿Estáis bien? Preguntas preocupada. Está débil, algún desaprensivo le ha dado un golpetazo. Intento calmarlo y lo llevaré a la protectora, espero que sobreviva. 

Sigues a la chica con tu coche hasta la protectora, y olvidándote a donde te dirigías, te haces cargo de los gastos que sean necesarios para salvarle. Preguntas a diario por el cachorro, y respiras aliviada, la mañana que te informan, que ya está fuera de peligro y a la espera de ser acogido por alguien. 

Ahora, mientras Tico juega con su pequeña pelota, sonríes aliviada, y sin querer pensar que hubiera sido de él, si esa chica no hubiera parado en la carretera y la hubieras visto. Te preguntas que habría pasado con el pequeño, si nadie se hubiera detenido, si no hubieras silenciado a Elvis y hubieras proseguido tu camino, detrás de esa fila de coches. Aún hoy, no logras recordar que te disponías a hacer aquel día al salir de casa. Tico da pequeños y graciosos mordisquitos a los dedos de los pies, que quedan fuera de tus sandalias. De nuevo, hace que tu cerebro reaccione, no piensas en ningún momento en que ayudaste a salvarle la vida, pero algo ha debido suceder desde que el llegó, pues muchas cosas se han borrado. 

Imagina si no hubiera personas que se detienen ante una tragedia, que deciden pisar el freno, cuando hay que pisarlo, que no les tiembla el pulso si tienen que apagar una estrella, o el cielo entero, por ayudar a salvar una vida. Imagina la felicidad de sus corazones, porque saben que han actuado de la única forma posible, que podían hacerlo. 

Y piensa, si prefieres pasarte el resto de tus días viendo luces intermitentes, o prefieres hacerte a un lado y disfrutar de la luz, que emana de los ojos de un ser vivo. El amor, en todas sus formas y tal vez el más puro, venga precedido de un ronroneo, de un lametón en la mejilla, de un jersey que sacas del cajón lleno de pelos, o de un rabo que se mueve y se dirige hacía ti, nada más abrir la puerta de casa, tras un día duro de trabajo.  

Solo deberíamos dejar de imaginarlo, para poder vivirlo. 

Mi gratitud a la protectora “Siete vidas” (Sestao); vuestra labor y la de todos los que desinteresadamente ayudáis a proteger a los animales, la naturaleza , y a construir un mundo mejor, merecían estas líneas.