Hoy recuerdo a ese barquito

El mítico Vaporcito de El Puerto.

Hace unos días que tengo una idea en la cabeza, la de ir a visitar la ciudad de Rota y tal vez quedar (si nos ponemos de acuerdo) con alguna amiga. La idea además de llegar en barco se me hace muy apetecible, el viaje en catamarán desde el Puerto de Cádiz hasta el de Rota, sino sopla el viento de levante es siempre más que recomendable. Y pensando en esta próxima visita, se me hizo inevitable recordar a aquella embarcación emblemática que fue el Vaporcito del Puerto.

Se hundió el 30 de agosto del 2011 en el muelle de Cádiz y tras chocar con la escollera de Punta Soto en el trayecto entre El Puerto Santa María y la capital gaditana. Recuerdo la primera vez que puse un pie en su cubierta, y que me senté temerosa en un principio (pues yo era una niña miedosa) en uno de sus bancos de madera, que parecían sacados de una iglesia. Imagino que como muchos niños gaditanos de mi generación y posteriores a ella, el navegar a bordo de “El vaporcito” supuso la primera vez que viajábamos en barco. No sé si mi memoria me engaña y me quiere agasajar con algún recuerdo aún más hermoso, que el de aquel trayecto que duraba de 40 a 50 minutos; Según he sabido mucho tiempo más tarde, fue el primero en funcionar con vapor y luego con Diesel.

El tiempo que tardaba en llegar de un muelle a otro tal vez pueda parecernos ahora demasiado, pero serían unos 40 minutos de felicidad absoluta y que volverían a quedar en mi memoria, si pudiera volver a mojarme una ola gaditana mientras oigo crujir bajo mis pies la madera de su cubierta, y mi olfato se inundase con el olor a madera, sal y al mar de la bahía de Cádiz. No existe perfume igual al de las aguas de la Tacita de plata y ningún gaditano escogería un lugar mejor para embriagarse con él, que no fuera el Vaporcito del Puerto.

Tantos momentos inolvidables para diversas generaciones. Risas, anécdotas que llenaron y llenan de paz a todo aquel que pudo navegar en él. Si busco razones para que el mar quisiera arrebatarlo han de ser estas; No quiso seguir siendo un oyente de las emociones que sus travesías despertaban, quería abrazarlo tal como sentía que lo hacían las gentes que en él navegaban.

No es difícil encontrar letras y poemas impresos en papeles que quedaron marcados por las emociones, de los que se negaron a dejar de hablarle y que se niegan a que todo lo que ha significado muera en aquellas aguas. Coplas cantadas con un nudo en la garganta por coristas, comparsistas y chirigoteros que, junto con el pueblo, se han desgañitado pidiendo que vuelva a navegar “El vaporcito”.

Su último propietario aunque hace mucho que se descartó que vuelva a navegar, quiso reconstruirlo para uso turístico, pero finalmente y debido a las innumerables trabas burocráticas acabo desistiendo y tirando la toalla. Con lo que queda del histórico Adriano III (Así nombrado en los archivos) la asociación portuense El Vaporcito presentó en 2016 un nuevo proyecto de recuperación, con el objetivo de rescatarlo del olvido y tratar de dignificar su futuro. Por desgracia se toparon en el camino con el obstáculo de la crisis sanitaria y financiera del coronavirus, y sobre todo con la falta de ganas y de voluntad de la administración. Eso sí, han sido los primeros en borrarlo de la historia de nuestra provincia mientras, los portuenses y gaditanos cuando están a punto de cumplirse once años de aquel accidente, seguimos doliéndole.

Paco Alba, el Brujo del Carnaval "Los hombres del mar, 1965".

Viene a esta tierra un barquito
más típico no lo hay
más blanco ni más castizo
en toito el muelle de Cai.

Mire usted si ese barquito
tiene una gracia exquisita
que hasta dio su viajecito
la célebre Tia Norica.

Los barcos de vela
como palomitas cruzan por su vera
los grandes mercantes
suenan las sirenas al verlo pasar

Y es que ese barquito
es tan pinturero
que le dan besitos
las olas del mar.

Como ronea como presume
entre las aguas plateadas y azules.

Ay Vaporcito del Puerto
cuando en ti me embarco
cuando en ti navego

me contagia los recuerdos
de tus viejos sueños
sueños marineros.

Ay vaporcito del puerto
tú eres la alegría
tú eres la alegría
de ese muelle tan hermoso
con ese rumbo garboso
con que cruzas la bahía.