De formación profesional

Todo esfuerzo tiene su recompensa; lo triste es que el esfuerzo lo tenga que hacer el que menos recursos tiene para ello mientras al que no le costaría apenas nada, observa con los brazos cruzados

Una peluquería en una foto de archivo.
14 de diciembre de 2025 a las 06:50h

Esta mañana, tras desayunar, me he dado una buena ducha —algo que, por cierto, espero que ya todos mis vecinos de Puerto Real puedan hacer sin problemas— y, tras la misma, tocaba secar el pelo y peinarlo, algo que se ha convertido en un pequeño reto para mí desde que tengo una dolencia en el brazo y mano.

Por este mismo motivo decidí adquirir un secador de pelo más ligero y cómodo; el aparato que tengo ahora puede haber cumplido ya los 20 años o incluso más, ya que se me obsequió con él cuando comencé a realizar un curso de formación profesional de peluquería que subvencionaba la Junta de Andalucía —algo similar a los cursos del SEPE que existen ahora—. Mi secador cumple perfectamente con su función, pero por desgracia no se adecúa a mis necesidades actuales. 

Mientras ignoraba el ruido del aparato, mi mente pensaba en aquel curso que finalicé, pero que por circunstancias de la vida no me valió como a muchas compañeras para hacer de ello mi profesión. También pensaba en el intento actual de nuestros gobernantes de volver a dar la importancia que siempre ha tenido a la formación profesional.

Sin embargo, esta, al igual que mi secador, no ha dejado de existir, pero en mi opinión tampoco se ajusta a las necesidades de la sociedad actual. En primer lugar (y hasta lo veo lógico debido a que lo que abundan son los títulos académicos), hay falta de profesores que enseñen las distintas profesiones u oficios que el sector industrial, naval, etc. demandan.

Sin embargo, los jóvenes de hoy en día lo que quieren es comenzar a ganar dinero lo antes posible para poder ser “independientes” o conseguir lo que ellos llaman hoy en día “independencia”, que ese sería otro tema sobre el que opinar. Algo que también difiere con respecto a cuando yo hice mi formación profesional son las pocas ayudas económicas hacia los estudiantes para las formaciones; en muchos de estos módulos profesionales requieren a los alumnos que se compren ropa de trabajo, calzado, y si además añadimos el gasto de transporte y materiales, la educación deja de ser gratuita y se produce el desencanto y el abandono de la misma.

Actualmente, la Formación Profesional está de nuevo en auge, no solo por la búsqueda acelerada de los jóvenes en ganar dinero, sino también por la falta de recursos económicos de muchas familias para costear una carrera universitaria. Hace 40 años, una familia que dependía del sueldo de un obrero no podía permitirse costear estudios universitarios y el objetivo era que los hijos estudiaran una profesión para ayudar lo antes posible a la economía familiar y labrarse un futuro.

La universidad era para las clases pudientes y ahora, aunque existe un gran desinterés por la educación por parte de los jóvenes, también vuelve a existir un gran número de ellos, a los cuales a duras penas sus familias pueden permitirse que estudien la profesión de electricista o de auxiliar de enfermería. Muchos jóvenes ven como una salvación económica el ser soldado profesional y son pocos los que realmente acaban desarrollando una carrera militar continuada. 

No estoy para nada en contra de la Formación Profesional, todo lo contrario, y aunque también hay quien tiene claro que no sirve o quiere estudiar una carrera, creo que precisamente lo ideal sería que los jóvenes o personas que lleguen a esa etapa en que deban encauzar su futuro laboral puedan hacerlo sin ningún tipo de impedimentos. Y sin carencias de recursos de ningún tipo.

La educación y formación han de ser públicas y accesibles para todos. Alabo y aplaudo a todo aquel que trabaje para poder formarse o acceder a la educación, pero no es para nada justo.  En mis tiempos de estudiante tampoco era fácil y soy consciente de que, además del problema que existe en la formación profesional, el gran obstáculo o agujero negro con el que nos enfrentamos en España y sobre todo en Andalucía es la ausencia de puestos de trabajo y la gran precariedad de los mismos. ¿Es posible que estemos ante una gran pescadilla que se muerde la cola? Yo apostaría bastante a que sí. Lo que es seguro es que la formación y la educación de la sociedad es la base fundamental para que todo funcione correctamente.

Si no hay una educación de calidad o si día tras día se vuelve más inexistente, nada podrá progresar adecuadamente. Para arreglar algo (y en este país hay mucho que arreglar), se ha de averiguar el origen del problema, pero para ello también hay que querer remediar aquello que lo ha originado. Con tristeza afirmo que a día de hoy no interesa volver a poner la maquinaria en marcha.

No obstante, no quiero desencantar a nadie y es importante estar lo más preparados posible para cuando alguien al fin diga “vamos a arreglar aquello que es necesario”; todo esfuerzo tiene su recompensa; lo triste es que el esfuerzo lo tenga que hacer el que menos recursos tiene para ello mientras al que no le costaría apenas nada, observa con los brazos cruzados. Esta última afirmación es, como se dice por aquí, “de formación profesional”. Feliz domingo y vamos a esforzarnos también por ser felices.