Echemos hierro al asunto

Cuando en casa un niño escucha criticar a otra persona, está aprendiendo a que se puede agredir a otras personas simplemente por tener un estatus diferente al que a él le rodea

Acoso y ciberacoso en el ámbito escolar: quién detecta y quién media
Acoso y ciberacoso en el ámbito escolar: quién detecta y quién media

 El sufrimiento humano me exaspera, pero cuando el que sufre es un niño un exceso de ira nace de mi interior y me es imposible de controlar. El “bullying” no es algo que se reduzca a la mala suerte, ni una casualidad, ni algo circunstancial. Es un fenómeno que es llevado a cabo desgraciadamente por varios agentes, de manera repetida y durante un periodo de tiempo.

El primero de los implicados suele ser el profesor. Es el responsable de lo que ocurre en el colegio durante el tiempo que los alumnos dan clases. Los niños asisten a clase, pero también conviven en el patio y en el comedor. Si se observara con atención las dinámicas que se dan y no se dan, se pueden detectar rápidamente casos de acoso. Siempre lo he dicho, ser maestro es una profesión reservada para personas con grandes corazones y grandes vocaciones. Un maestro de escuela tiene en sus manos la autoestima, los miedos, las esperanzas, los sueños y las emociones de una veintena de niños cada día durante todo el curso escolar.

Lo más preocupante del “bullying” es que en ocasiones (y sin llegar a generalizar en absoluto) no se enteren los educadores, que lo ignoren, lo toleren en algunos casos, o lo banalicen quitándole hierro al asunto...Cosas de niños...Siempre pasa… es que es hijo de un compañero y no quiero quedar mal con su familia- o lo que es lo mismo, utilizar el miedo para ganarse la impunidad-.

El agresor es un punto a tratar importante. En la mayoría de los casos no suele ser más que una víctima que ha sufrido lo mismo que ahora provoca a los demás. Casi siempre con unos padres distantes e irresponsables, pero con una imagen de una familia encantadora y perfecta que hace que nos quedemos estupefactos ante la verdadera realidad. Son seres que no suelen ir levantando sospechas. Así como un padre ausente nunca se mostrará como tal, este agresor se convierte en una víctima que está repitiendo lo que ve en casa y que está creciendo sin normas sociales , sin valores y sin una guía o un modelo constructivo.

Cuando en casa un niño escucha criticar a otra persona, está aprendiendo a que se puede agredir a otras personas simplemente por tener un estatus diferente al que a él le rodea; esto provocará que busque a otros niños con baja autoestima, inseguros, o con algún tipo de problemática para que sea más fácil repetir lo que en casa ha visto. Sin quererlo está claro que surge otro de los agentes que permiten, toleran o potencian el “bullying”: los padres del que agrede. La falta de comunicación, la ausencia, la nula implicación, compromiso y sobre todo la inexistencia de valores suele ser lo que alimenta a que crezca algo tan fatídico.

Por otro lado, hay que considerar que siempre no es así. A veces, sin saber el motivo, hay niños que maltratan a pesar de tener un buen entorno. A veces, aunque son las menos hay alteraciones y trastornos de conducta que conducen a estos hechos.

Existen también los cómplices que toleran el acoso y el maltrato y que son piezas importantes en un proceso de “bullying”. O estás conmigo o en mí contra, les presiona el implicado. Infundir seguridad, compromiso, criterio y valor a los hijos para que no se dejen intimidar y de abusar por estos individuos es fundamental. Y sobre todo lo que no quiera para él, no lo debe querer para otro. Tenemos que educar a los niños para que se sientan seguros, se quieran y a que no den validez a lo que cualquier persona pueda decir de ellos. Deben estar convencidos de que nadie es más que nadie.

     Ninguna persona tendría que querer quitarse la vida y menos aún, un niño. Un niño debe preocuparse de jugar, comer, dormir y aprender. No tendrían que sufrir el acoso de otros , ni soportar burlas. Y de ninguna manera padecer este tipo de maltratos por parte de algunos adultos. Sí, es muy triste pero si no fuera una realidad ustedes no tendrían que leer esto, ni yo escribirlo.  Ningún niño se merece vivir en el aislamiento, sin nadie a quien recurrir, encontrarse solo, vulnerable y desprotegido.

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