Las culpas al santo

Imagen de San Cucufato.

Esta tarde me encontraba junto a la ventana agradecida de que un poco de aire fresco me diera en el rostro. Disfrutando del placer de los 23 grados de temperatura, llegó a mis oídos un ruego o reproche que provenía del piso de abajo. Se trataba de mi vecina, la cual imaginé que como la mayoría y debido a que comenzaban las horas de alivio de calor, abrió sus ventanas de par en par. Pero sin embargo la mujer en aquellos momentos parecía acalorada y bastante disgustada. Tras oír lo que era casi una suplica, adiviné en parte el motivo de su preocupación “San Cucufato, San Cucufato como no aparezca el monedero los huevos no te desato”, no pude evitar reír al escucharla y a la vez algún que otro recuerdo de la infancia en casa de la abuela volvió a avivarse.

Estoy segura que generaciones posteriores a la mía pensarían que la buena de mi vecina enloqueció ante tal petición. Sería ontológico ver sus caras mientras esta anuda el trapo, para dejarlo luego tirado en un rincón de la casa. En la vida se les ocurriría pensar que los dos nudos puedan simular los “huevos” con perdón, de un santo. Reconozco que este método para encontrar lo perdido, había sido borrado de mi cabeza durante años y gracias a la señora del Bajo A, casi me han dado ganas de perder algo e ir a por un paño de cocina. Se me ocurre que en los próximos días miraré en sus redes sociales, pues tal vez la foto del trapo con los “nudos” del santo esté colgada en su estado, y de paso no estaría mal que si aparece el monedero diera también la noticia. Una vez que se sabe que se ha perdido algo, nace la curiosidad de saber si ha aparecido.

San Cucufato (San Cugat) fue un santo cristiano que predicó en la península ibérica alrededor del siglo III, y hasta que la autoridad romana lo condenó a muerte. La leyenda dice que le abrieron el vientre y le sacaron las tripas, que él se las metió de nuevo dentro del abdomen y se las cosió con un cordón. Luego que el emperador Galerio lo condenó a la hoguera, pero el soplo de Dios apagó las llamas. Después lo encerraron en una mazmorra pero los carceleros se convirtieron al cristianismo. Nada podía con él, así que no es de extrañar que lo hicieran Santo y que en su nombre, bautizaran a la localidad de San cugat del vallés en Barcelona.

Y después de contaros todo esto, acabo de perder el hilo ¡Por fin algo que buscar! ¡Voy volando a la cocina a por un trapo en el que hacer dos buenos nudos! Ya os enteraréis si mi oración al santo funcionó. Mientras tanto procurar no perder nada, que tengo la impresión que últimamente el santo, tiene demasiado trabajo con lo que se “ha perdido” de Griñán y compañía.

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