Artífices

No voy a hacer hincapié en que me parece que en el siglo en el que estamos la especie humana crea que las cosas se arreglan con una guerra

Gaza está sufriendo el ataque más violento de Israel desde que comenzó la guerra.
Gaza está sufriendo el ataque más violento de Israel desde que comenzó la guerra.

He manifestado en varias ocasiones que suelo opinar en esta columna sobre aquello que suele llamar mi atención y de lo cual creo que merece le dedique un poco de tiempo. Pensando en que sucesos acontecidos en el planeta tierra han captado mi atención estos días, he de confesar que me siento un poco saturada o desbordada ¿Por dónde empezar? En estos momentos mi cabeza piensa en que mañana hará dos años en que empezó una guerra absurda que solo ha servido para destrozar la vida de miles de personas y dejar aún más claro que antes que el ser humano es la peor especie que puede existir. 

No somos ejemplo de nada, solo de maldad y destrucción. Esta mañana el café me supo más amargo que nunca mientras leía la noticia de las muertes y desapariciones de personas que hipotecaron su vida para tener un hogar donde ser felices y uno de los mayores cánceres de nuestra sociedad, el dinero, que tanto dicen algunos que da, se lo ha arrebatado todo. Constructores llenos de codicia que anteponen la seguridad de las personas y leyes elaboradas con la misma codicia y cruel ambición humana han destrozado la vida de cientos de personas en cuestión de horas. El fuego ha sido la causa de todo esto, pero también la consecuencia. 

La maldad del ser humano se percibe por todas partes. Si dejo de recordar las nefastas noticias con las que se nos bombardean en los medios de comunicación y miro a mi alrededor puedo frustrarme aún más ya que en el mundo real, en la realidad fuera de las pantallas, no hay un interruptor o un botón para cambiar de canal, no podemos elegir entre ver un bonito documental de la bella Italia o una película bélica. Cuando apagamos la pantalla las guerras son de verdad, los asesinos de mujeres y los violadores de niños conviven con nosotros a diario, les damos los buenos días en el portal de casa y si “la caja tonta” no los pone en evidencia la mayoría seguiremos ignorando y mirando para otro lado, porque mejor pasar desapercibidos unos con los otros que ya se sabe “cada palo que aguante su vela”. 

Cometemos errores, una vez, dos y tres, pero en vez de asumir las consecuencias se nos da mejor compadecernos de nosotros mismos, llorar a moco tendido para desahogarnos y autoconvencernos de que “cualquiera hubiera hecho lo mismo” y así está el mundo lleno de arrepentidos que curiosamente son los mismos que han tropezado varias veces con la misma piedra. Lo peor de todo es que es algo que se asume como normal, tristemente lo anormal en este presente incierto en el que convivimos es ser, o intentar ser una de esas especies en extinción, una buena persona. El amor también está mal visto, hasta tal punto que a muchos les da vergüenza confesar que aman o incluso que han amado, a otros les da miedo amar de verdad y para disfrazar su miedo predican y se esfuerzan en demostrar que el amor duele. Duele no recibir lo mismo que das por estar rodeados de cobardes a los que es más fácil hacer daño. Y ojo que no hablo solo del amor romántico, sino del amor en todas sus formas, si no sabes a qué me refiero es que tristemente no te has enterado a estas alturas de que va esto de vivir y sobre todo de sentirse vivos. 

No voy a hacer hincapié en que me parece que en el siglo en el que estamos la especie humana crea que las cosas se arreglan con una guerra. Avance como pondrán comprobar ninguno, vayan afilando lanzas y eligiendo una bonita caverna donde puedan entretenerse pintando con grasa de animal, lo ceporros que somos porque eso es lo que está por venir en breve. Si me voy a repetir que la base de todos los problemas de la sociedad humana (porque los animales nos sobrepasan en todo) es la educación, esa que brilla por su ausencia, porque a nadie interesa que seamos cultos e inteligentes, y mucho menos a los que están al mando y son los mayores ignorantes. En este país y en otros muchos solo se invierte en entretener al populacho y en armas también, no sea que la violencia desaparezca del mundo y haya que solucionar las cosas con la inteligencia, ¡ah, claro! ¡No hay problema! ¡Inteligencia artificial! ¡Todo solucionado!

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