Ahí estaban todos, el Zapatero del artículo 35, el Felipe de la OTAN y la cal viva, los Chávez y Griñán de los ERE… todos a lomos del peronismo rociero de Díaz.
“Soy 100% PSOE. Socialismo total”. Con esos términos u otros de similares características Susana Díaz se refirió en su presentación a… Susana Díaz. En un ejercicio de autoafirmación delante de los autobuses fletados y la prensa afín (la práctica totalidad del establishment), Díaz “exhibió músculo”, que no es otro que el músculo de un aparato de partido que observa con pavor cómo su influencia en la masa de votantes mengua y solo les ríen las gracias los niños partícipes de los juegos del hambre, esos que sueñan con emular el camino de su nueva lideresa, que solo conoció el oficio de la política, en su versión más cruel y mezquina.
El selfie de Díaz contó con toda una legión de socialistas puros que alejaron a la formación del socialismo de libro para acercarlo al socioliberalismo de máscara y puñalada. Me pongo la careta de republicano, defensor de los derechos sociales y la igualdad en las calles mientras voto positivo para el CETA, tumbo la ley de la promesa energética, o perpetúo los privilegios de La Corona. Ahí estaban todos, el Zapatero del artículo 35, el Felipe de la OTAN y la cal viva, los Chaves y Griñán de los ERE… todos a lomos del peronismo rociero de Díaz, su última tabla de salvación, y cuyo vacuo programa es esto que tantas veces hemos visto en la vieja política: pura lucha de poder.
Y ojo, porque si Susana Díaz, con el apoyo del IBEX, campaña en los medios tradicionales y el visto bueno de Rajoy y C's para apuntalar la gran coalición, no gana ante el desertor Pedro Sánchez, que sigue huyendo hacia delante en pos de su supervivencia, el quiebre del orden establecido no vendrá del 15M y su prolongación en las fuerzas del cambio, sino de la encarnizada lucha por no ceder puestos ni privilegios. 100% lo de toda la vida.