pedro pacheco-juicio
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La redención requiere, al parecer, cama dura y almohada breve. Todo esto es lamentable.

Asombra ver —en este Reino de España— como el rigorismo judicial no se aplica a todos los delitos por igual: delincuentes con el mismo delito, unos entran en la cárcel, pero otros no, y muchos de los que no entran en ella tienen delitos mayores que los condenados a penas de prisión. Asombra igualmente -en este Reino de España- cómo el rigorismo penitenciario tampoco se aplica a todos los reclusos por igual: a unos se les ofrece, por conveniencia mediática un "trato exquisito" (en palabras del Ministro del Interior hace unos días), mientras a otros como al señor Pedro Pacheco, caído en desgracia por irregularidades consistentes en enchufar a dos personas, se le obliga a restituir todo el dinero que supusieron esos contratos —requisito que ya cumplió—, se le condena a la inhabilitación para ejercer como cargo público, y además se le condena a la  friolera de cinco años y medio de prisión por esos delitos.

Pedro Pacheco lleva penando tres años en un módulo de respeto, mientras en el panorama nacional han seguido apareciendo múltiples casos de irregularidades y corrupción de escalas infinitamente mayores, que no han concluído con  penas similares de prisión. A los tres años, un registro imprevisto ha encontrado estos días  en su celda un "exceso de cupo" de tres libros:un diccionario de francés, un diccionario de dudas del español y un libro sobre la revolución rusa, en cuyo centenario estamos. Tambien han encontrado una cruz de madera de 8 centímetros, regalo de un preso que se marchó, y por último han encontrado en su celda otra grave irregularidad: una almohada extra. Estos son motivos suficientes, al parecer, para cambiarlo de módulo a uno muchísimo peor, y -de paso- eliminar el servicio altruista de ayuda legal que estaba prestando a sus compañeros reclusos.

Es una noticia triste que siga en prisión, tres años despues, por aquellos dos enchufes, estando ya inhabilitado y habiendo resarcido económicamente su coste. Pero es aún peor que el sistema penitenciario carezca de la inteligencia mínima necesaria, cuando tanto esgrimen el discurso de la redención, para seguir dificultando esa redención, por haber encontrado un diccionario de francés, o un libro sobre la revolución rusa. No es la primera vez en la historia que alguien se ve perseguido por tener un diccionario de francés- sucedió bastante a finales del XVIII y principios del XIX, y también  durante todo el siglo XX ha habido muchas persecuciones por tener un libro sobre la revolución rusa.Tampoco es la primera vez  - es milenaria- la persecución por tener una cruz cristiana. Pero la persecución más insólita, kafkiana, inexplicable, cruel, es la de la almohada extra: la redención requiere, al parecer, cama dura y almohada breve. Todo esto es lamentable, porque da la impresión de que la lupa judicial y penitenciaria no es igual para todos.

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