Artículo de opinión escrito por Francisco Garrido, titulado 'El patriarcado y las matemáticas'. FOTO: Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, en una imagen de archivo.
Artículo de opinión escrito por Francisco Garrido, titulado 'El patriarcado y las matemáticas'. FOTO: Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, en una imagen de archivo.

Entre las numerosas patrañas que el patriarcado moderno se ha inventado para justificar la desigualdad de género, está la supuesta inferioridad intelectual del cerebro femenino. Los argumentos han ido variando a lo largo del tiempo, van desde los groseramente antropométricos (el volumen y peso del cerebro de la mujer) a la influencia de los cambios hormonales en la inteligencia, hasta los más sutiles y actuales que se refieren a cierta incapacidad  o disgusto por la disciplinas científicas más abstractas.

Un clásico que inició este ciclo de superioridad cognitiva masculina era el ajedrez, o más bien, la ausencia de grandes jugadoras de ajedrez. En este estudio se desmonta experimentalmente este mito un tanto irrelevante. Luego se ha aducido en apoyo de esta tesis de la menor capacidad de abstracción de las mujeres, el argumento de la brecha digital y en especial la baja presencia de mujeres en facultades de ingeniería informática.

Revisemos los datos, mirando como indicador de capacidad intelectual abstracta las matriculaciones en la universidad española.

  • En el curso 1985-1986 los hombres representaban el 51%  y las mujeres  el 49%  de la alumnado matriculado .
  • 35 años después, en el curso 2019/2020, los hombres habían perdido 7 puntos y las mujeres lo habían ganado de tal modo que los hombres representaban el 53 %  y las mujeres el 56%.
  • La supuesta inferioridad cognitiva para el desempeño abstracto era rebatida por esta serie histórica de matriculados universitarios, salvo que supongamos que mujeres y hombres, en menos de medio siglo, hayan sufrido alguna mutación biológica cosa harto improbable.

Contra estos datos se puede contra argumentar que estas series históricas de matriculados son un agregado total que incluyen muchas disciplinas con una carga teórica muy reducida. No nos dicen nada de la brecha digital por ejemplo. ¿Cuáles son los datos de matriculados en Informática?

  • En 1985 los hombres son el 69% y las mujeres el 31%.
  • 35 años después en 2020 los hombres han incrementado la ventaja y son ya el 81% y las mujeres han caído hasta el 19 %.

Aquí sí parece que se confirman los argumentos sobre la superioridad cognitiva abstracta de género pero debemos de profundizar algo más. ¿Cuál es la disciplina que  aporta y sustenta la carga teórica  de las ciencias de la computación? La competencia matemática ¿Y que datos tenemos de los matriculados en matemáticas?

  • En 1985 tenemos que los hombres aventajan a las mujeres moderadamente en 8 puntos ( 58 %/42%) .
  • Unos años después nos encontramos en el 2004 que la tendencia se ha invertido y las mujeres son el 66 % del alumnado y los hombres  solo el 33%. (¡¡17 puntos¡¡)
  • -En el 2020 los hombres recuperan la moderada ventaja inicial y vuelven al  52 / 48 % de partida

Los datos de matriculación no muestran ninguna mayor propensión para las actividades intelectuales de alta complejidad en los hombres sobre las mujeres. Además, debemos contextualizar que estos datos se corresponden con un contexto histórico de partida de exclusión y marginación de las mujeres con respecto a los estudios superiores. Si las mujeres partiendo con   una desventaja competitiva de siglos, han alcanzado estas cifras, se confirma, aún más, la falsedad del mito de la incapacidad femenina para la alta abstracción intelectual.

¿Pero aun así cómo explicar la persistente brecha digital  en la computación  y las fluctuaciones moderadas en las ciencias exactas? Hay tres razones básicas: (i) Las mismas que explican la brecha salarial o la feminización de la pobreza: la persistencia sutil de estructuras patriarcales que consagran la desigualdad y la dominación de género (lo que Alicia H. Puleo ha llamado el patriarcado del consentimiento) (ii). Las rentas provenientes de la ingeniería computacional son muy superiores a las provenientes de la  dedicación matemática. Cuando eran vistas eran vistas todavía como una actividad tan inútil como compleja (al principio del siglo XXI) las mujeres tomaron la delantera en las matriculación. A partir de la consolidación de la digitalización de bienes de consumo (segunda década de este siglo) creció la demanda de formación matemática para estos empeños de alta aplicabilidad económica; las mujeres volvieron a perder la ventaja en la matriculación en matemáticas aunque muy moderadamente, (iii) Los entornos académicos en ingeniería están desde el principio muy  masculinizados y esto dificulta por el estrés de estatus de género el acceso a  las mujeres.

Está claro que atribuir al género, que es un concepto cultural, una desigualdad biológica (sexo) innata, es una falacia categorial políticamente intencionada. El problema no reside en la desigualdad de capacidades cognitivas  entre hombres y mujeres sino en la desigualdad social efectiva de derechos. La cuestión no es el cerebro sino el patriarcado.

 

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