España es, tras Grecia y Chipre, el país de la Unión Europea donde más crece la exclusión social y los riesgos para la infancia.
Truenos, rayos y centellas, calles como ríos y ríos secos como el esparto. La sagrada patria que se rompe y banderas, muchas banderas rojigualdas, cual dragones furiosos, escupiendo su ira españolista desde ventanas, balcones, pulseras y cinturones. También muchas cuatribarradas y esteladas ondeando a dos minutos del nirvana, oteando el horizonte del paraíso catalán republicano.
Oigo en las noticias que trece millones de ciudadanos viven en el umbral de la pobreza, que el 15% de ellos tiene trabajo remunerado y que tres millones no cobran un céntimo. Las noticias también dan cuenta de que España es, tras Grecia y Chipre, el país de la Unión Europea donde más crece la exclusión social y los riesgos para la infancia; que los coreanos siguen vacilándole a Trump, que acaba de enterrar el Obamacare y se ha marchado de la UNESCO por darle vidilla a los palestinos y mosquear a los judíos; y otro más, otro suicidado de los que andaban enredados en gurteles, lezos y púnicas. Y ya van…
El mundo es una mierda que humea por los cuatro costados mientras los polos se derriten y osos blancos y focas van a la deriva nadando a ninguna parte. El fuego arrasa Galicia y Portugal y alguien se enciende un puro en el rescoldo. Diez subsaharianos rescatados tras días agonizando en un contenedor para venir aquí, a “colapsar” nuestras urgencias y “robarnos” las ayudas sociales. Y futbol, o furbo, mucho furbo. La liga es inimaginable sin el Barça si triunfa Puigdemont…
Pero la vida sigue. Muchos chavales están acabando el máster y pendientes de un trabajito de camarero en la costa o de reponedor en el Alcampo. Hay quien cuenta las horas para conseguir el Iphone X, y otros que apuran la litrona y piden un cigarrito al que pasa. Y pasar, pasar…, no pasa nada. En mi pueblo se discute y editorializa sobre la carrera oficial por donde transitarán cristos, vírgenes y capirotes en esos días de primavera en los que el aire huele a flores y los pajarillos cantan enamorados.
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