Las palmeras, árboles cercanos al cielo

Nos sentimos tranquilos bajo su abrigo. Nos alimenta con esos dulces dátiles que dan vigor en el desierto y con sus hojas nutre al ganado que nos sustenta

29 de diciembre de 2025 a las 09:51h
Palmeral de Elche.
Palmeral de Elche.

Me fascina observar a las palmeras, son majestuosas.

Se llaman "palmeras" porque sus hojas recuerdan a la palma de la mano extendida. Su etimología deriva de la palabra del latín "palma", referente tanto a la mano como a la hoja del árbol.

Las podemos disfrutar prácticamente por toda la geografía de nuestro país y habita en casi cualquier parte del mundo.

Es originaria de las zonas tropicales de América, Malasia y África; pero fósiles encontrados demuestran que existieron en el Ártico hace aproximadamente 53 millones de años, durante el Máximo Térmico del Eoceno, cuando el clima era más cálido, ya que en la era glacial desaparecieron de Europa. La última glaciación, llamada de Würm, cubrió gran parte de Norte América, Europa y Asia.

Hizo su reaparición en climas protegidos por el mar y las montañas, siendo introducida por diversas civilizaciones. La palmera ha sido fundamental en culturas antiguas del Mediterráneo, en España se lo debemos a los fenicios y a los árabes, quienes desarrollaron más tarde el comercio del dátil.

En la actualidad es símbolo de zonas cálidas y exóticas. El palmeral más grande de toda Europa está situado dentro del casco urbano de la ciudad de Elche en España, se llama “El Palmeral de Elche o El Huerto de las Palmeras” y está catalogado como el palmeral más grande de Europa, con una cantidad aproximada de doscientos a trescientos mil ejemplares, superado en el mundo solo por algunos palmerales árabes.

El principal tipo de palmera que se encuentra allí es la llamada Phoenix dactylifera. El palmeral fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en el año 2000. Así se reconoce su valor Cultural y Natural. El Palmeral es un ecosistema completo, con “sistemas de riego, huertos y construcciones tradicionales”.

Una palmera se distingue en la distancia como ningún otro árbol; puede estar solitaria o rodeada de otros árboles, pero se distingue. Su tronco es áspero y en algunas especies llega a medir hasta los 10 metros de altura, en su corona tiene ramas distribuidas en forma de abanico de hasta cuatro metros de largo denominadas “palmas”.

Se yergue como un tallo recto ante la inclemencia, tan solo doblega sus ramas al fuerte vendaval, pero al cesar, retorna su postura de elevada efigie. Aunque la misma evolución de la humanidad influyó para llegar a darle diferentes significados, ya sean etimológicos o simbólicos, la palmera tiene además un importante valor económico, cultural y ecológico en el mundo por ser proveedora de alimento, aceites, fibras y otros productos.

Da fruto en cualquier parte del año, pues se abastece de agua que ha ido acumulando, su fecundidad y su longevidad son grandes, “mejora con la edad”. Germinará incluso en la vejez con más dulzura. Porque tienen vida en sí misma, es generosa, nos da sus abundantes frutos y flores en todo tiempo, protegiendo en lo más alto de ella su blanco corazón. Nos sentimos tranquilos bajo su abrigo. Nos alimenta con esos dulces dátiles que dan vigor en el desierto y con sus hojas nutre al ganado que nos sustenta.

Cubre el techado de cabañas, siendo herramienta en manos del arte, es de provecho en canastas, ornamentos y muebles e incluso su cáscara sobrante, sirve de abono para regenerar los cultivos de hortalizas.

Hasta su sangre es fructífera, nos regala azúcares de miel y aceites, llamados jarabe de palma o miel de palma, aunque no es considerada miel como tal, al no tener la intervención de las abejas.

En la religión Judeo-Cristiana, en el Antiguo Testamento, específicamente en el libro del Éxodo, se hacen varias alusiones al uso de las palmas. Uno de los ejemplos más relevantes es cuando se menciona que fueron usadas para cubrir el Tabernáculo, lugar donde estaba el Arca de la Alianza, en el cual se depositaron las tablas que entregó Dios a Moisés en el Monte Sinaí con sus leyes inscritas; de ahí que fuera llamada también el Arca de la Alianza. Fue elegida en las Escrituras, mencionada cuarenta veces en algunos de los libros que la componen, para explicarnos los secretos de la resistencia ante la tentación, para saber como permanecer fuerte ante cualquier circunstancia y para como permanecer saludables.

Es nombrada igualmente como ejemplo de como dar fruto espiritual. Por ello crece mirando al cielo, por eso sus ramas estuvieron en manos de los que recibieron al Rey de reyes en su entrada hacia Jerusalén, para qué fueran cumplidas las profecías de nuestra salvación.

Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo,

Y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará “Salmo 1:3”

Tu estatura es semejante a la palmera y tus pechos a sus racimos. Cantares 7:7.

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