Pablo Iglesias con la verdad por delante

Mario Ortega

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

El acto de Pablo Iglesias el pasado 23 de marzo.
El acto de Pablo Iglesias el pasado 23 de marzo.

Se avecinan las elecciones generales del 28 de abril adelantadas por Sánchez tras la negativa del independentismo a apoyar unos presupuestos pactados con Unidos Podemos. Sánchez pretende aprovechar el susto en el cuerpo que al votante demócrata y progresista más o menos de izquierdas le entró tras los resultados electorales de las elecciones andaluzas, en sinergia con el fracaso de convocatoria de la manifestación reaccionaria que dibujó la foto del trío de Colón.

Si la suma del trío de Colón no da mayoría y Sánchez puede sumar la absoluta con Ciudadanos, intentará esto último por todos los medios ante la presión que los poderes fácticos y financieros españoles, incluida la casa real a la que el PSOE se pliega siempre con facilidad, van a ejercer para que esta vez, sin la necesidad de la abstención de Podemos, así sea. De ese pacto PSOE/Ciudadanos configurado en el papel contra los derechos sociales, económicos, ecológicos y de género, nos salvó en noviembre de 2015 y junio de 2016, con un PP con olor a podredumbre, el hecho de que PSOE+Ciudadanos no daban mayoría. La otra mayoría posible, los números daban, la de la moción de censura, fue obstaculizada durante dos años por el PSOE de Andalucía militarmente susanista que forzó la abstención para que gobernara Rajoy. Esos son los hechos.

Los hechos nos dicen que la alianza del PSOE andaluz con Ciudadanos, bajo cuyo apoyo gobernó la pasada legislatura, deterioró de tal manera los servicios públicos andaluces, la educación, la sanidad, las ayudas a la dependencia y los derechos de las y los trabajadores sometidos a operaciones de privatización directa o encubierta, engordando las cifras de pobreza, desempleo, precariedad y desigualdad de tal manera, que generó un fuerte estado de repudio y desazón en el voto de izquierdas haciendo que una buena parte se quedase en casa por sincero desprecio al susanismo.

Si ese voto no se fue a Adelante Andalucía para sujetar la sangría de la izquierda fue por dos motivos centrales. El primero, el desprecio y hostigamiento del PSOE andaluz con toda la presa en manos de la banca trabajando en demonizar la fuerza del podemismo en su versión andaluza. El segundo, la evidencia de que si la suma de PSOE y Adelante Andalucía daba, Susana Díaz no saldría del poder. De modo que la pulsión central del votante por la derecha y por la izquierda fue expulsar a Susana Díaz, con todo lo que significaba, del gobierno andaluz. Esa pulsión indignada del voto de derechas, sabedora de su pasada impotencia histórica, relajó la transferencia de voto hacia el fascismo. Esos son los hechos, y así lo certifica la encuesta post electoral de CIS. Cataluña no influyó tanto como se dice, poco comparado con la idea de echar a Susana Díaz. El resultado demuestra que la alianza del PSOE de Andalucía con Ciudadanos abrió la puerta al fascismo. Hechos.

Sumado este pasado reciente al pasado del PSOE desde la gran victoria de Felipe González, queda demostrado que es un partido que gana prometiendo derechos sociales, económicos, ambientales y de género, y gobierna frenando o incluso retrocediendo en la aplicación efectiva de los mismos. No cabe duda que entregando lo público a lo privado y negociando retrocesos que un tiempo fueron compensados con la ilusión del crédito fácil que condujo al desastre y a la actual deuda pública, y con el feminismo de la paridad y los derechos LGTBI, junto con concesiones ambientales que funcionaron como violet y green washing. Hechos conocidos.

De modo que según los hechos conocidos nos encontramos en un momento en que los escenarios post electorales del 28 de abril son, como bien dibujó Pablo Iglesias este pasado sábado 23 de marzo, tres. Si gana el tripartito de Colón, el que gobierna de facto Andalucía, formarán gobierno seguro con el fin de destrozar la democracia en España. Sí al PSOE le dan los números con Ciudadanos, formaran gobierno deteriorando de tal manera lo público y enconando de tal manera la cuestión catalana, que abrirán, como hicieron en Andalucía, la puerta al neofascismo. Y por último, si no se dan las opciones anteriores, lo que precisa resultados razonablemente buenos de Unidas Podemos, Sánchez deberá cumplir todo aquello que prometió para ganarle las primarias a Susana Díaz.

La deuda pública galopante española fruto de los gobiernos de Rajoy, de la modificación del artículo 135 de la constitución española, de la ley de estabilidad presupuestaria, del techo de gasto, de la reforma laboral durísma, en palabras del ministro Guindos que ahora vive tan felizmente en la sede alemana del BCE, y de la ley mordaza, se verá incrementada por las políticas de destrucción del Estado con los parabienes a la fiscalidad de los ricos que lleva en cartera Ciudadanos y que impondrá al PSOE, por la traducción de la deuda ecológica en deuda pública fruto de ignorar el cambio climático y por el desprecio a los derechos y las reivindicaciones del programa político del feminismo.

Pablo Iglesias irrumpió fuerte, con la verdad por delante, este pasado 23 de marzo. Como el gran político que es dibujó el marco del escenario y sitúo los muebles en el lugar preciso. Lo hizo señalando con claridad a quienes se presentan a las elecciones regalando dinero a las opciones que se ponen a sus pies, todas menos Unidos Podemos, y controlando con títulos de propiedad de los grandes medios de comunicación lo que se dice y lo que no se dice, generando en el mejor de los casos estado de opinión y en el peor, noticias falsas y manipulación.

En tiempos de fake news, de invención de cifras y de mentiras, no es mal asunto ir con la verdad por delante.

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