Un momento del programa de Salvados con Rivera e Iglesias.
Un momento del programa de Salvados con Rivera e Iglesias.

Lejos de mí la funesta manía de la equidistancia. No equiparo para nada a un líder descomunal, como no ha habido otro, como Iglesias, y a un producto del marketing dopado por el apoyo mediático y financiero como Ciudadanos. Pero por encima de la valoración de los protagonistas, están los hechos: El 4 de mayo ha sido el final del proyecto político Ciudadanos y de la ejecutoria política institucional de Pablo Iglesias. Esta macabra coincidencia temporal es algo más que una cruel ironía. Más allá de la inconmensurable magnitud moral y política de los protagonistas, está la evidencia histórica de que detrás de ambos latían dos Españas imposibles: la republicana democrática y la  España liberal.

Iglesias ha caído acribillado por los de siempre y por su propia decencia moral e intelectual. Ciudadanos por el fuego amigo de la misma derecha autoritaria y por su propia indecencia moral y política: No olvidemos que todo esto comenzó con una moción de censura en Murcia contra la corrupción del PP y que ha terminado abortada porque los corruptos han comprado la voluntad de parte de los cargos públicos de Ciudadanos, evidenciando trágicamente de paso que había motivos de sobra para la moción de censura. Ha ganado la España que no concibe una patria que no se sustente sobre la nauseabunda alianza entre el trono y el altar, entre la espada y la cruz. Las víctimas son distintas, pero el asesino es el mismo. Es la España que entró con mal pie y regañadientes en la modernidad y todavía en pleno siglo XXI no ha rectificado el paso. La España a la que le sobra la inmensa mayoría de España.

El crimen  ha sido en Madrid y muy cerca del 2 de mayo. ¿Otra siniestra coincidencia? En esa ciudad y en esas fechas surgió la nación española sobre los hombros de republicanos y liberales, luego pasó lo que todos sabemos. Viendo en retrospectiva el debate entre Iglesias y Rivera en el programa de Évole donde se presentaban como la nueva izquierda y la nueva derecha, la sensación no puede ser más descorazonadora. España como problema que planteaba Ortega, otro que fue derrotado por los de siempre. A ver quien convence ahora a las izquierdas periféricas que otra España es posible.

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