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A alguien que ha sido el máximo responsable de una organización de criminales que ha asesinado a más de ochocientas personas en España se le concede el beneficio de la duda y del debate. Curioso país el mío.

Mucho se está escribiendo y debatiendo en estos días en España acerca de la causa de “inelegibilidad” de Arnaldo Otegi para presentarse como candidato a las próximas elecciones vascas. Curioso debate jurídico que en condiciones normales no debería tener discusión en lo social ni en lo moral. Por cosas infinitamente menos graves se ha pedido con vehemencia la dimisión de responsables políticos sin ningún tipo de cuestionamiento moral. Una persona imputada por un presunto delito o falta contra la administración pública o por una relación empresarial previa dudosa es social y mediáticamente “pre-apartada” de las administraciones, pero a alguien que ha sido el máximo responsable de una organización de criminales que ha asesinado a más de ochocientas personas en España se le concede el beneficio de la duda y del debate. Curioso país el mío.

En un país en el que desde hace tiempo se pone socialmente en cuestión la presunción de inocencia de cualquier responsable político y hay personas que han dimitido de sus cargos políticos por haber tenido determinadas relaciones empresariales consideradas reprobables en lo moral aunque no declaradas ilegales, parece que no hay unanimidad de criterio con el caso de Otegi. Ahora resulta que en España hay sectores que consideran que el verdugo es la víctima. Curioso país el mío.

Es sorprendente la supuesta rigidez moral que pretenden imponer desde opciones de extrema izquierda y la laxitud con la que afrontan la causa de inhabilitación e "inelegibilidad" de uno de los máximos responsables de una banda armada terrorista que ha asesinado a más de 500 personas de las fuerzas de seguridad de nuestro país, más de 50 empresarios y casi 40 responsables políticos. El líder de Podemos , Pablo Iglesias, y el pseudolíder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, muestran su apoyo público a Otegi y pasean por las redes sociales y los medios de comunicación su pesar por la más que cierta posibilidad de que, con la Ley en la mano, Otegi no pueda ser incluido en la candidatura. A pesar de ello, y de lo que diga la Ley, no deja de sorprender como estos dos han llegado a criminalizar a gran parte de este país por ser del PP y, sin embargo, muestran su afecto y cariño al que fuera máximo responsable de una banda de asesinos. Mientras tanto, Otegi se ríe, curioso país.

Y a todo esto Pedro Sánchez no se pronuncia (quizás porque está descansando en alguna de las playas de la geografía española), el PSOE no impugnará la candidatura de Otegi (quizás porque ya no sabe si suben o si bajan) y algunos de los máximos dirigentes del partido consideran que Otegi debe poder ser incluido en una candidatura  a las elecciones vascas (lo mismo porque consideran que eso les viene electoralmente bien en los próximos comicios). Curioso este país, el mío.

Y mientras Otegi se ríe, en España todos los días se pide la dimisión o que sean apartados de sus responsabilidades políticas personas que aún ni siquiera han sido condenadas. La sociedad española se muestra convulsa y errática y los que la quieren destruir parecen tener muy claro cuales son sus objetivos. Sin ninguna duda, hay signos de decadencia hoy, que recuerdan al pasado. Descrédito de la política, crisis de valores y un neofeudalismo ideológico que ofrece una falsa protección a los más débiles para utilizarlos como arietes de la destrucción del Estado español. Mientras tanto, Otegui se ríe, curioso país el mío.

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