La libertad se atasca

La realidad. Habitaciones angostas con lugar justo para apoyar contra la pared las mochilas y poder llegar cada quien hasta su cama

La libertad se atasca.
La libertad se atasca.

Es difícil ponerle una metáfora al neoliberalismo y creo, ojalá, me salió una al camino sin yo hacer nada, excepto quedarme sorprendido. Fue a la llegada al Distrito Federal de México. Tres horas de espera en un enorme túnel y ya asocio los tubos de escape a la ciudad, como si fuera su perfume de libertad de que, igualito que en Europa, cada uno va como le da la gana a los sitios, en nombre de la libertad, aunque el aire se vuelva irrespirable. Al llegar al hotel, y a pesar de que había anunciado mi llegada por guasap, con la reserva confirmada, hubo que andar las comprobaciones. Al grano.

Una escalera señorial me conducía a un amplio zaguán que, a su vez, me lanzaba por un corredor angosto con luz cálida y tenue, colocada en forma de columnas situadas a una distancia regular, y ofrecía el mismo efecto de desahogo que el zaguán para el que Gaudí, en el Palau Güell, cubrió las columnas de cristal. Después del trampantojo llegó, sin embargo, la realidad: lo mismo que siempre ocurre con las veleidades ilusorias del neoliberalismo.

La realidad. Habitaciones angostas con lugar justo para apoyar contra la pared las mochilas y poder llegar cada quien hasta su cama. Tres camas en altura, en total nueve huéspedes. Camas cápsula donde alzar la cabeza, no digamos incorporarse, es imposible. De la canilla apenas sale agua, veremos mañana cómo se porta la ducha. Eso sí, clave electrónica para entrar o salir. Sin espacio para sacar las cosas de la mochila, porque justo se pueden mover los pies entre las mochilas apoyadas sobre la pared y la fila de camas. ¿Dos personas en tránsito? Una tiene que salir al corredor para que la otra lo pueda hacer también.

Mauricio Macri, expresidente de la República Argentina, decide que apoyará a Javier Milei porque se lo dijo, sic., su hija de once años. Javier Milei, supuestamente contrario a lo que él llama la casta, acepta con alegría el apoyo. Incluso el de Patricia Bullrich, a quien el mismo Milei acusó de “montonera asesina”.

Hasta el balotaje, el 19 de noviembre, quedan bastantes días y lo que algunos pensaban ahora resulta probado: todos van juntos, en realidad, son la misma opción, bien que no idéntica: todas las derechas, igual que con Vox y el PP. El peronismo, un espacio político de enorme complejidad, como un magma volcánico, pudo dar un Carlos Menem y un Kirchner: ahora da un Sergio Massa, que quizá sea presidente y no precisamente porque la Unión Cívica Radical, cuyos votos le vendrán re bien, ahora desencantada con el macrismo y vituperada por los, así llamados, libertarios, veríamos si no liberticidas. Quienes recuperaron el voto peronista para situar a Massa en el balotaje fueron muchos habitantes del conurbano bonaerense que recuperaron consciencia para su voto. Habrá conservadores que votarán por Massa también. ¿No resultaría demasiado simple decir que entonces Massa es un conservador? Dejemos esta respuesta para otro momento: ahora, a muchos argentinos les ocupa la existencia de una democracia parlamentaria liberal y un Estado democrático.

El avión en el que salía de Bogotá tuvo dos intentos fallidos de despegue y al tercero lo consiguió. El silencio en el avión era sepulcral, pero la libertad no daba para que nadie intentara bajarse de aquel avión, porque hubiera sido imposible. No sé si el liberalismo que tanto modificó el negocio de las líneas aéreas tiene consideraciones al respecto.

También un turista paseador en la selva, en la que estuve visitando a una amiga durante una semana, supongo que hizo uso de su libertad libérrima cuando dio un plátano a un monito silvestre, un macaco preto brasileño, al que puso de fondo de una foto que hizo a su compañera. ¿Sabrían que en esa selva hay cobras bastante venenosas y que hay que andar con cuidado?, ¿que cuando te levantas por la mañana lo primero es mirar los zapatos? ¿Saben que los monos necesitan buscarse su propia comida y que si los turistas paseadores se dedican a regalarles plátanos van a producir un desequilibrio enorme y fatal en ese espacio natural?

La palabra libertad no solo se está gastando, la están destripando.

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