Unas notas sobre las subvenciones de la polémica

En Jerez llevamos más de tres décadas arrastrando un mismo patrón: la política de subvenciones al asociacionismo se ha gestionado como un instrumento de clientelismo

María José García-Pelayo y Agustín Muñoz, en el pleno extraordinario de este pasado lunes.
02 de septiembre de 2025 a las 15:05h

En Jerez llevamos más de tres décadas arrastrando un mismo patrón: la política de subvenciones al asociacionismo se ha gestionado como un instrumento de clientelismo. No es un fenómeno exclusivo de un gobierno u otro; es una tradición que se consolidó en los años noventa y que ningún partido, al llegar al poder, ha tenido interés real en cambiar.

El resultado es un tejido asociativo donde conviven entidades valiosas con otras de las que apenas se tiene rastro más allá de aparecer en las listas de ayudas. A priori, se leen nombres de asociaciones con actividades que poco tienen que ver con valores que deberían ser prioritarios para la ciudad, mientras que otras, con un marcado carácter social y necesario, aparecen tratadas de la misma manera. No parece lógico dar idénticas cantidades de ayuda sin atender a criterios de impacto social, necesidad o trayectoria.

La ciudadanía, mientras tanto, carece de mecanismos para conocer qué proyectos se financian, qué impacto generan o cómo se justifica ese dinero. Y aunque nadie pretenda que se compran votos, es evidente que la asignación de recursos públicos influye en la capacidad de determinadas asociaciones para sostenerse, reforzando así la dependencia y el clientelismo.

Ha llegado el momento de romper con esa dinámica. Propongo la creación de un portal público en el que se detallen con claridad las subvenciones, los proyectos financiados, sus resultados y la evaluación ciudadana. Solo así podremos distinguir entre asociaciones que cumplen una función social real y aquellas que existen para perpetuar una red de favores políticos.

Hasta que no haya transparencia, criterios claros y participación ciudadana, las subvenciones seguirán siendo un campo abonado para la sospecha. Es lógico que mucha gente se eche las manos a la cabeza.