A nosotras, que investigamos

La ciencia es una carrera de fondo, una carrera donde, cuando se alcanza cierta estabilidad, las dificultades no cesan. Lo mejor es que una misma se autogestiona y lo peor es que es una misma la que se exige

Antonia Nogales

Periodista & docente. Enseño en Universidad de Zaragoza. Doctora por la Universidad de Sevilla. Presido Laboratorio de Estudios en Comunicación de la Universidad de Sevilla. Investigo en Grupo de Investigación en Comunicación e Información Digital de la Universidad de Zaragoza.

A nosotras, que investigamos. En la imagen, Matilda Joslyn Gage, la sufragista que luchaba por la libertad.
A nosotras, que investigamos. En la imagen, Matilda Joslyn Gage, la sufragista que luchaba por la libertad.

“Hay una palabra más dulce que madre, hogar o cielo. Esa palabra es Libertad”. Esta frase no pertenece a un tuitero, aunque en los tiempos que corren pudiera parecerlo. Figura en una placa conmemorativa en el cementerio de Fayetteville, en Nueva York. En inglés, eso sí, como es lógico. Y está allí para recordar a Matilda Joslyn Gage, una activista norteamericana que batalló por el sufragio femenino en la segunda mitad del siglo XIX. Aunque fueron muchas sus luchas, especialmente por evitar que el movimiento sufragista cayera en manos del ala conservadora, su huella resuena hoy en nuestra memoria a propósito de su nombre de pila.

En 1993, otra mujer, la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter acuñó en su honor la denominación “efecto Matilda” para identificar el fenómeno social por el que las mujeres científicas son silenciadas o reciben menor crédito y reconocimiento en sus logros por el hecho de ser mujeres. En los noventa, Rossiter le puso un nombre a una triste realidad para tratar de frenar su invisibilización. Ya sabemos lo que ocurre cuando algo ni siquiera tiene nombre: que no existe.

A partir de aquel momento se comenzó a popularizar la expresión para poner voz al silencio, e incluso ha dado origen a un movimiento de esos virales ―que tanto se llevan― denominado “No more Matildas” (No más Matildas). Un movimiento que se vuelve a recuperar tal día como hoy, cada 11 de febrero, con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la ciencia. Hace poco tiempo que las científicas tenemos un día propio. Uno al año tampoco está mal. Es un día para rememorar a las que fueron, a las que nunca salieron en los libros, a las que se esfuerzan cada día por serlo y a las que llevan casa, familia y carrera a cuestas, aunque juntas pesen demasiado. A las que renuncian demasiadas veces a lo personal para no dejar de ser ―maldita sea la palabra mágica— competitivas. 

La ciencia es una carrera de fondo, una carrera donde, cuando se alcanza cierta estabilidad, las dificultades no cesan. Lo mejor es que una misma se autogestiona y lo peor es que es una misma la que se exige. Son compañeros recurrentes el miedo, la ansiedad, la angustia por no estar siempre a la altura, la búsqueda de una excelencia que no está pagada ni tampoco apoyada como debiera. Las que nos dedicamos a esto estamos movidas por la pasión, por nuestras ganas de transmitir conocimiento, de aportar algo a la comunidad, de construir un poco el mundo. Y esas ganas nos pueden aunque estemos exhaustas, aunque, como diría la genial Mafalda, demasiadas veces falten las fuerzas para bajar al mundo.

Lo hacemos porque, con todo, tenemos el privilegio de poder dedicarnos a esto. Orgullosas de los progresos en la biología molecular, de los aportes al estudio de un teorema, de las nuevas interpretaciones sobre la filosofía política de Hannah Arendt, del análisis experto de la posverdad y la desinformación. Porque la ciencia es el motor que necesitamos para comprender nuestras vidas, porque no somos sin ella, que para algo también es mujer. Y, sobre todo, porque ella nos necesita a nosotras. Curiosamente, un 11 de febrero, de hace ya más de una década, obtuve una beca que me permitió empezar esta carrera. Una carrera que habría sido imposible sin el apoyo de las grandes mujeres que, por fortuna, me he encontrado en el camino. A nosotras, que investigamos, nos deseo un día menos duro que el de ayer. Como querría Matilda.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído