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A la memoria de Paco de Lucía

En el año 1976 un grupo de ultraderechistas estuvo a punto de cambiar la historia del flamenco tras atacar y pisotearle las manos a Paco de Lucía a las puertas de un cine de la Gran Vía, en Madrid. Días antes, siendo entrevistado por Jesús Quintero en un programa de TVE, y preguntado sobre qué mano tenía más protagonismo en la guitarra, Paco dijo: "La izquierda es la que hace música, es creativa, inteligente. La derecha ejecuta...". Esta respuesta, y otra en la que dijo que morir en una guerra “es una muerte ridícula”, sublevaron  a viudas y viudos inconsolables del franquismo, que decidieron darle un "escarmiento".

Casi cuarenta años después de aquel incidente, la derecha  sigue ejecutando. Ahora lo hace  con sus políticas de recortes desde la insolencia de su mayoría parlamentaria y su innata ordinariez. Y así no le tiembla el pulso para acabar con los derechos laborales, con la sanidad  y educación públicas, con los derechos de las  mujeres,  la justicia universal o con lo próximo que estén tramando para rematarnos.Y lo peor es que la izquierda ni es creativa ni inteligente.

La raquítica repuesta oficial a la desaparición física del mayor genio que ha dado una de las músicas más grandes del mundo, que es el flamenco, prueba la sensibilidad cuartelera de los que nos gobiernan. ¿Qué hubieran dicho Obama o François Hollande si Paco de Lucía, en vez de nacer en Algeciras, hubiese nacido  en Nueva Orleans o París? La personalidad de Paco, su humildad y su grandeza, no demandaban un funeral de grandes fastos. Pero el significado de su obra para Andalucía y España, y el legado que deja al universo de la música, hubiese requerido de mayor demostración de duelo, de respeto y de consideración por parte de quienes (no) nos representan.

En la canción "Pare" de Serrat, un hijo pregunta a su padre por qué están destruyendo "el río, que ya no canta";  y que le han hechos a los bosques "que ya no hay árboles... Si  destruyen el río no habrá peces, y si no hay árboles, no tendremos leña (...) y habremos de quemar la barca..." Cuando se pasa de puntillas por la desaparición de una figura irrepetible como Paco de Lucia, cuando  se ejecuta la asignatura de música, eliminándola del ciclo de educación infantil; cuando alcaldes y alcaldesas ignorantes descuelgan de las fachadas de los  teatros los nombres de Alberti o Fernán Gómez;  y cuando aquí, en Jerez, se  convierte en escombrera la plaza Belén donde se iba a levantar la Ciudad del Flamenco, entonces, como dice Serrat, es que "ens han declarat la guerra".

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