Para mucha gente, no está del todo claro y delimitado qué es eso de la Feria de Sevilla, qué se celebra, si es que se celebra algo, y por qué eso de trajes. Alguno y alguna hasta dice 'faralaes', algo que se le puede permitir a algún 'poeta', pero que dicho de alguien de fuera, suena a 'malaje' -o 'malange', usted decide-.
El Rinconcillo presume de ser el bar más antiguo de Sevilla, el que lleva abierto desde el siglo XVII. Más allá de interpretaciones sobre qué fue antes, si el local o la hostelería -entonces esa palabra ni existiría-, lo cierto es que es uno de esos que se llaman 'clásicos'. Y tan clásico es que aquellas paredes habrán visto a quienes iban de gitana porque así iban a las ferias del ganado. Que se parece poco a lo de ahora, pero de ahí viene la tradición.
El centro de Sevilla, estos días, ha quedado semivacío. De sevillanos, desde luego. De vez en cuando suenan cascabeles de carruajes. Está más limpio, es indudable. Hay bares que han cerrado estos días, como es ya casi habitual. Por ejemplo, Casa Ricardo, ejemplo de las croquetas sevillanas, que da vacaciones hasta el 23 de abril.
Hay turistas con habitación en el centro que se preguntan estos días si visitar algo más aparte de eso de la Feria. Y está todo excesivamente tranquilo como para pensar que estos días, en el Centro, uno de verdad ha estado en Sevilla. Si no se lleva un empujón por alguna prisa y si se encuentra a un sevillano, entonces no es la Sevilla habitual.
Dentro de todo esto, el Centro está a la espera de su normalidad turística. Entre medias, o bien vecinos, o bien visitantes -mayoría-, aprovechan para el refrigerio en algún sitito tranquilo. Y no hay nada más tranqulo que cualquier calle del Casco Antiguo.
La imagen habla por sí sola. Pero claro. Si no hay que hacer cola, entonces, no es la experiencia actual de El Rinconcillo. Que aproveche.
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