No sé de qué escribir

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¿Qué cosas de las que te ocupan cada día te preocupan en realidad?

¡Existen tantas causas que merecen la pena! ¡Tantos personajes por descubrir! ¡Tantos mundos que rastrear! Pero a veces le pasa al más pintado. Como a todos, la mente se nos bloquea ante tal saturación diaria de información. Es como querer hacer pasar a un elefante por la hendedura de una aguja en una compresión absurda a la vez que inútil.

En la sociedad más informada de la historia paradójicamente existe desinformación y muy difícilmente los mensajes cuelan. No es cuestión de hacer una tesis doctoral pero te propongo, querido lector, una reflexión en forma de pregunta: ¿qué cosas de las que te ocupan cada día te preocupan en realidad?

A estas alturas de mi vida me sincero contigo. Sólo una. El bienestar personal. Y eso a pesar de que nos han criado bajo la lupa de estereotipos y dogmas de fe imposibles de cumplir. Objetivos que se truncan y relegan a tu 'yo' al abismo más absoluto. Meritocracia estéril que te hace dudar y bloquea tu respiración en una espiral creciente de ansiedad e insatisfacción. El miedo y el vacío se dan la mano, y entonces, al fin te reencuentras contigo mismo.

Más que escribir sobre hipótesis absurdas sobre el futuro socio-económico de tu entorno, sobre el desinterés y el hastío ciudadano por casi todas las materias, te invito a que explores en tu interior y busques la verdad por encima de todas las cosas. Cada cual debe escoger su camino para llegar a ella y servirse de los instrumentos que la naturaleza nos ha dado. No te digo que la tarea sea sencilla, pero al menos permítete por unos minutos cuestionarte todo y caminar hacia lo que de verdad te llena como ser humano.

Sólo así la vida es más llevadera y las aspiraciones menos faraónicas. Nada más que quererse y querer al de al lado. Las luchas fratricidas están en desuso, la ambición económica se ha transmutado en una reliquia del pasado, y las tendencias vuelven a sus orígenes más primigenios por muy snob que se quiera ser.

Toda una parrafada la que te he soltado, créeme, que me libera cada siete días en este universo de locos donde el reloj lleva la batuta. Hoy no sé de qué escribir, pero sólo estas líneas me satisfacen más que cualquiera de los tesoros materiales que te imaginas…

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