Pedro Sánchez y Susana Díaz, en una imagen de archivo, previa a la pandemia. FOTO: PSOE
Pedro Sánchez y Susana Díaz, en una imagen de archivo, previa a la pandemia. FOTO: PSOE

Desde hace meses, hablando con compañeros y compañeras del partido, he estado escuchando una frase que se repite una y otra vez con ligeras variantes. Así a lo frívolo, viene a decir que a ver si baja María Jesús Montero de los cielos, se lleva de calle a los seguidores de Susana y nos evitamos un proceso largo y traumático. La salvación. Quien dice Montero dice cualquier otro peso pesado actualmente en Madrid, dependiendo de gustos. Sin embargo, pienso que no hay nada más lejos de la realidad.

Independientemente de quien se presente contra Susana, no se puede tratar este asunto como una lucha de titanes. Hemos entrado en una dinámica bastante tóxica. Hay quién sigue de cerca la presentación de candidaturas incluso con más expectación que el sorteo de la Champions, producto de que impera esa visión de dos colosos a punto de reventarse en un cuadrilátero.

De esta forma, la cuestión más importante en todo este proceso de primarias pasa desapercibida. Quien de verdad tiene el poder para quitar y poner a un candidato es la militancia. Somos socialistas, de manera que empecemos a creernos que todos somos iguales y tenemos el mismo poder: un militante, un voto. Por supuesto, apoyaré a quién mejor me represente, pero no voy a endiosarlo.

Si se quiere un cambio hay que tener esto muy presente, será la militancia la que lo hará posible o no. Incluso si Pedro Sánchez bajara con un candidato de la mano para que lo representara en las primarias contra Susana, sería inútil si luego las bases no hacen el esfuerzo de apoyarlo, arroparlo y por supuesto votarlo. Por ello, es necesario que el verdadero titán, que no es otro que la militancia socialista unida, despierte de su letargo. Es la hora de demostrar la capacidad y las ganas de querer cambiar Andalucía, España y la humanidad.

Está claro que no todos los afiliados van a apoyar al mismo candidato, por lo que la guerra interna es segura. Hay que recordar que el PSOE es un partido plural donde conviven distintas ideologías. El grado de violencia que alcance el conflicto depende del respeto entre socialistas. Por mi parte, tengo mucho cariño y aprecio a compañeros y compañeras que piensan totalmente lo contrario que yo. No les pienso dirigir ni una palabra fea y tengo la certeza de que tampoco voy a recibirla de ellos. Siendo esto así, adelante y que gane el mejor.

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