Cartel contra el narcotráfico en Barbate.
Cartel contra el narcotráfico en Barbate. JUAN CARLOS TORO

Este verano rioplatense está siendo caluroso, seco y atormentado: hambreado. Es indiscutible que el hambre de las personas, el verano pasado, se sufría severamente. El problema de este verano, así como también lo presenta Juan Grabois, ex candidato a la presidencia de Argentina por Unión por la Patria (peronista, en términos generales) y líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos, está relación con la visión ultra neoliberal y de dolarización del país que el nuevo Gobierno tiene para la Argentina, que le impide ver a los argentinos: la comida no estaría llegando a los comedores populares, los precios de los alimentos siguen disparados y ahora el problema es ya que a los laburantes no les llega la plata para pagar el boleto del medio de transporte que les lleve al laburo. Helmut Schmidt decía que quien tuviera visiones debía ir al médico inmediatamente.

Ese MTE de Grabois es un concepto, no solo una organización, que para un europeo resulta incomprensible probablemente. Hablamos de unos trabajadores excluidos por la economía formal y que se han inventado oficios y empleos que les permitan, desde la conocida como economía informal, sobrevivir en medio de la pobreza.

Pobreza que también existe en Andalucía, y con severidad en todo el Campo de Gibraltar y en la provincia de Cádiz. Pobreza que coexiste con el narco, como en tantas regiones del mundo. Narco que se asienta sobre estructuras de pobreza y devuelve a la sociedad violencia. Donde desaparece el Estado social llega la noticia de un narco que también financia proyectos sociales; que paga un dinero por algo a pibes desempleados que no recibirían ni en sueños esa plata. Algo que ya había pasado en Colombia, entre otros lugares.

Juan Grabois advertía, aquí, del peligro de que el narco capitalismo se materialice en la Argentina y de cómo habría enraizado en Ecuador. No es que el Estado que se retira de su obligación de proteger con derechos a toda la población, digo yo, pone en riesgo su democracia porque vayan a ganar los gobiernos las derechas extremadas y las extremas con la falsedad de su amor por la libertad. Gana también el narco, con su propia lógica. También en Europa, y en España, el narco no solo debe perseguirse policial o penalmente con severidad: hay que perseguir al narco con políticas sociales. La marginación y la postración de las clases sociales trabajadoras despojadas de empleo y dinero con que puedan atender a sus necesidades básicas para la vida no solo conducen al consumo de drogas, sino al tráfico y a toda la cadena de su negocio, así como a su orden social. El neoliberalismo pone, también de este modo, en peligro evidente la seguridad de toda la sociedad en todas las sociedades.

El capitalismo deshumano, cada vez más depredador, lanza a cada vez más cantidad de personas a la miseria, muchas de las cuales se refugian en el consumo de drogas cuando las drogas son de fácil acceso por varios motivos, también el de la falta de una educación suficiente. Los consumos de drogas aumentan en el mundo, al tiempo que aumentan las fortunas concentradas en cada vez menos personas. Un círculo diabólico que es necesario romper y para el que ni el neoliberalismo ni las derechas son la solución. La democracia se defiende en el campo de la economía y las opciones económicas son opciones ideológicas, por más que los intentos de despreciar las ideologías aumenten sin cesar. Todas las personas tienen una ideología; todos los partidos políticos tienen ideología; todøs løs políticos tienen ideología; cada opción económica es una opción ideológica. La economía de un país no es como la de una familia en su casa, ya lo explicamos aquí.

Cádiz sigue en shock por los últimos acontecimientos en relación con el narco y el asesinato de dos guardias civiles, y la sociedad tiene que revisar con seriedad lo que ocurre, por qué ocurre y las soluciones que se requieren para detener al narco. El darwinismo social que proponen las derechas, y el neoliberalismo unido a ellas, empeora drásticamente todo lo relacionado con el consumo y el tráfico de drogas. El Estado debe hacerse presente también para garantizar la llevanza de una vida digna a todas las personas y ello pasa por una redistribución justa de la riqueza para garantizar el derecho a los alimentos, a la vivienda, a la salud, a la educación y a la energía. Se trata de elegir entre derechos o represión sin derechos. Es una decisión ideológica.

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