Nada

Nada es lo que podemos ver, gracias a la distancia, en la propuesta ganadora de las elecciones argentinas

El nuevo presidente de Argentina, Javier Milei.

Nada. La frustración que hace sentir a personas vacías, sin asidero. Parece que las personas necesitamos, sí, asirnos a determinados valores a través de los cuales podemos establecer relaciones y vínculos con las otras personas. Ese vacío, esa nada en la que personas pueden sentirse, sentirse abandonadas e incapaces de seguir, porque el vivir es un seguir, un seguir de relaciones y vínculos que nos muevan a la satisfacción que experimentamos con nosotros mismos y con los otros. Con nosotros, muchas veces, porque nos sentimos bien en los otros, con los otros.

Esa nada que nos llena de frustración, esa nada que nos vacía porque sentimos que a nuestro alrededor todo es vacío, que a unas personas las mueve a la depresión. A otras personas, lo estamos viendo muy claramente estos días, las mueve al tremendismo, a la hipérbole muy por encima de la simple exageración; al gigantismo sin objetivo; al brutalismo, también.

El nihilismo es la corriente que alimentan las personas que viven sin valores morales, y vamos a intentar explicar que es eso de los valores morales. Esto no es una homilía. Las personas se quejan, desde hace tiempo, de que no hay valores. Las derechas, y distingamos a los conservadores, a los liberales y a eso que llaman centristas, de las derechas. Las derechas son nihilistas, especialmente las derechas extremadas y las ultraderechas abrazadas al neoliberalismo. El neoliberalismo es en política lo que el nihilismo en Filosofía o en literatura el tremendismo: la expresión de un mundo sin valores morales y un sálvese quien pueda, que los neoliberales han bautizado como el valor sagrado.

Los conservadores argentinos le negaban apoyo a Javier Milei porque sentían que con él llegaría la inseguridad, la incertidumbre; el capricho, en resumen. Las derechas se abrazaron al capricho, algo que ahora quedó a la vista de todos. En campaña, Patricia Bullrich fue declarada “montonera asesina” por Milei, que ahora la quiere nombrar ministra de Seguridad. Brasil era un país del que huir y ahora envía a su presumible ministra de Exteriores a dialogar con el Gobierno de Lula, después de haberlo llamado “ladrón” y “comunista furioso”. Creo que son suficientes ejemplos de tremendismo, de gigantismo de las emociones de brutalidad y brutalismo, basados en la nada, en la falta de unos valores que solo hace poco tiempo hubieran impedido tales histrionismos hirientes.

En España, de esa falta de valores mínimos del respeto a la otra persona y su deshumanización fue su exponente Rajoy en su comportamiento contra Rodríguez Zapatero. Desde entonces, los conservadores españoles fueron arrinconados y hoy están desaparecidos del espacio publicado y del público. Solo sentimos a los gritones tremendistas e hiperbólicos de las derechas extremas o extremadas. Vuelven con el gigantismo de España se rompe, un histrionismo practicado desde, pongamos, el golpe de Estado de Franco.

Ha sido un trabajo arduo el de llenar de nada a la sociedad, de vaciarla. Hubo etapas más vacías y etapas de recuperación de valores que movían a la ilusión, para volver a caer en la frustración de ver que no hay forma de salir. Vivimos en una posguerra permanente, o al menos las derechas neoliberales quieren establecer una posguerra permanente. El tremendismo literario nace en plena posguerra, La familia de Pascual Duarte, y aumenta en la posguerra, Nada. El tremendismo enlaza con la picaresca, sospechoso maridaje. Quizá de la mano de la literatura observáramos mejor la que se nos viene encima.

Una situación de posguerra es, después de una guerra, la de mayores terrores y frustraciones. Es la situación de pobreza que aumentó claramente con el PP de Aznar, con la derecha argentina. Por un lado, el tremendismo histriónico de Feijóo y sus monaguillos con el fin de España o la falta de libertad, el brutalismo (simpleza y fácil identificación) de Milei y su motosierra y la falta de libertad. La picaresca la he visto en su vertiente más descabellada en el México de la vida cotidiana: al querer cobrarte algo que no estaba anunciado; al pretender que la propina es obligatoria; al dejarte sin la cama que te habían asegurado solo una hora y media antes y búscate la vida. No hablo de anécdotas, sino de todo un entramado de conductas que, me parece, caracterizan a una parte de la sociedad mexicana y sobre lo que habrá tiempo de volver. Luego de estas experiencias fue descubriendo autores mexicanos que tematizan, desde hace tiempo, sobre el nihilismo en la sociedad mexicana. Una pérdida de valores que son constitutivos de una sociedad neoliberal.

Nos vacían, la vida, de valores como la buena vecindad, la cooperación y la libertad en nombre de ganar dinero haciendo negocios. Reducen la vida a hacer negocios y aplastan, quieren aplastar, a todo el que no sea emprendedor: la palabra mágica de nuestros tiempos. El nuevo semidiós es el emprendedor. Se desprecia, una vez más en la historia, a los trabajadores.

Nada es lo que podemos ver, gracias a la distancia, en la propuesta ganadora de las elecciones argentinas. La nada cuya inercia traerá nada durante algún tiempo. Una nada que amenaza la vida humana porque la amenaza de vaciarla de contenidos humanos elementales, si solo observamos que se quiere hacer una ley de compraventa libre de órganos humanos, al mismo tiempo que los mismos quieren prohibir el derecho al aborto.

Por suerte, siempre nos quedará la literatura.

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