frontera_usa-mexico.png
frontera_usa-mexico.png

Es precisamente ahora, cuando el mundo se globaliza y las fronteras parecen ser cada vez más imperceptibles, cuando un ricachón chulo, zafio y prepotente, ha decidido levantar el muro más ignominioso de cuantos se recuerdan.

Si los ladrillos de un muro hablasen, seguramente no contarían grandes gestas ni sucesos dignos de ocupar los capítulos más brillantes de la Historia. Son pocos los que quedan indelebles en el recuerdo de la Humanidad pues, al fin y al cabo, un muro no es más que un primer obstáculo para el invasor, y una primera oportunidad de supervivencia para el invadido. Si se trata del muro de una fortaleza, una vez traspasado, llega la épica de la victoria (o la derrota, según quien cuente la historia).

La función de este elemento de contención es esencialmente protectora, y reconforta al ciudadano cuando circunda colegios, o edificios institucionales, pues transmiten seguridad de manera directamente proporcional a su altura, grosor y dureza.

Los hay olvidados, obsoletos… incluso hay algunos que forman parte importante de ruinas y enclaves arqueológicos de fama mundial y reconocible.

Pero también hay muros que no conocieron, conocen ni conocerán gloria, sino vergüenza, infamia… Muros que han servido para dividir pueblos, culturas, naciones, y que el tiempo se ocupó de derribar a golpe de cambios políticos, tal y como sucedió en Berlín no hace tanto como pensamos. Y es precisamente ahora, cuando el mundo se globaliza y las fronteras parecen ser cada vez más imperceptibles, cuando un ricachón chulo, zafio y prepotente, ha decidido levantar el muro más ignominioso de cuantos se recuerdan, amparado en un apoyo del pueblo americano que los acerca más a las cavernas que a la conquista del espacio.

Los Estados Unidos de América, otrora adalid de las causas perdidas, defensor de los débiles, campeón de occidente, etc, etc, … se enroca y aparta del resto del mundo y decide durante los próximos cuatro años (por lo menos) mirarse el ombligo patrio, y desatender las obligaciones que su poder y trascendencia le confirieron desde hace ya muchas décadas.

El faro que guía a Occidente se apaga mientras el gigante chino crece y toma el trono económico del mundo. ¿Este egoísmo institucional es una locura de Trump, u obedece a una estrategia de mayor calado ante la imposibilidad de contener el poder de China? ¿No será un paso atrás para lamerse las heridas y tratar de recuperar el liderazgo mundial?

Quién sabe. Mientras tanto, aceptemos pulpo como animal de compañía y digamos que no, que tan solo es el chiflado de Trump que la ha tomado con los inmigrantes latinos. Sintámonos felices en el desconocimiento y pensemos que el bacalao se sigue cortando en Washington, y no en Pekín. Sintámonos seguros, pues, tras este muro de ignorancia que han edificado a nuestro alrededor los medios y la clase política en general.

Un muro, amigos míos, que puede ser incluso más vergonzoso que el de Trump en la frontera con México.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído