Una casa señorial abandonada y un casco bodeguero serán un macro centro de salud. Imagen de las bodegas Díez-Mérito, en Jerez.
Una casa señorial abandonada y un casco bodeguero serán un macro centro de salud. Imagen de las bodegas Díez-Mérito, en Jerez.

No se está haciendo absolutamente nada, pero ni con Díez Mérito ni con el robo de las piedras de Tarifa ¡del suelo! ni con todo lo que se llevaron en su día de Riquelme o Villapanés.

Me vas a permitir que hoy me salga de la muralla, esa que en esta última semana nos ha dado la buena noticia del descubrimiento de parte de su lienzo justo en el lugar donde se ubicaba la antigua Puerta Real. Es más tranquilizador aún saber que los estudios arqueológicos están en unas manos inmejorables y que se va a ser respetuoso, serio y muy cuidadosos con todo lo que se encuentre. Es más, me atrevo incluso a alejarme un poco de los arrabales para llegar prácticamente junto a la zona de una de las primeras barriadas modernas que se edificaron en Jerez. Y tal vez pueda parecer que uno, al abandonar el abrigo del perímetro amurallado, se comporte como un Mr. Hyde al salir, pero nada más lejos de la realidad: el paralelismo de este caso con todos los que suceden en intramuros es tan evidente y está tan conectado que ciertamente no se podrá distinguir una zona de la otra en este sentido. Sí que debo advertir que en este artículo me despojo de toda sutileza y de cualquier tipo de miramiento, hecho por el cual he de pedirte disculpas a ti, que me lees habitualmente (por cierto, espero que seáis muchos no porque me leáis a mí, sino porque forméis parte de ese grupo de personas concienciadas con la situación de su centro histórico), pero admito que la vergüenza que siento es tan grande que me obliga a decir lo que pienso sin ambages algunos.

Díez Mérito y la fábula del Ayuntamiento (políticos, técnicos y satélites que orbitan alrededor de los primeros) que no sabía cuándo le estaban robando. Podría tratarse del título de un libro de cuentos, ¡ojalá!, pero desgraciadamente se trata de la pura realidad. Declaraba el delegado Camas que no se podía denunciar el robo en la antigua facultad de relaciones laborales porque, al tratarse de un expolio sostenido en el tiempo e iniciado hace años, no se conseguía dilucidar el momento exacto de los robos. Resulta cuanto menos curioso, por no emplear una expresión menos correcta, que esas declaraciones se hayan realizado conociendo que el tema está siendo transmitido en tiempo real a través de las redes sociales y sabiendo también que los vecinos de la zona no paran de llamar a la policía para denunciar los hechos que están sucediendo. Eso es algo que hemos visto todos durante estos días, todos. Por tanto, esto me lleva a la inquietante conclusión de creer que el delegado piensa que todos, repito, todos somos tontos. Y solamente se me ocurre una razón por la cual actúa de esa forma y declara de esa manera: piensa el ladrón que todos son de su condición.

Posiblemente muchos de vosotros pensaréis que la policía está investigando los hechos y está buscando los bienes expoliados. Craso error, ya que es imprescindible la denuncia del propietario para poder iniciar las pesquisas oportunas como, por ejemplo, el rastreo en las chatarrerías o en los mercadillos de ocasión. No se está haciendo absolutamente nada, pero ni con Díez Mérito ni con el robo de las piedras de Tarifa ¡del suelo! ni con todo lo que se llevaron en su día de Riquelme o Villapanés. Y todo porque tenemos un Ayuntamiento absolutamente indolente con lo que no le interesa, como se ha demostrado que ocurre con el patrimonio que, no lo olvidemos, no es suyo, sino de todos los ciudadanos que formamos parte de esta ciudad.

Ante tal panorama y la inconsistencia de las excusas del delegado, que admite que no puede tener el edificio vigilado las 24 horas (cómo que no. Mire usted, el edificio es suyo, así que lo vigila como pueda, pero es su obligación velar porque no se pierda ni un azulejo. ¿Cómo pretendemos después que los propietarios privados cumplan, si el propio Ayuntamiento pasa de todo?), está claro que lo mejor que puede pasar es que este hombre presente su dimisión como delegado de Urbanismo y de Cultura (¡Cultura, por Dios, que este hombre es delegado de Cultura!). Y debe dimitir por incapaz, porque si reconoce que no es capaz de velar por un edificio de su responsabilidad, ¿qué podemos esperar cuando se trate de velar por algo que le exceda, como la Ley de Patrimonio Histórico aplicada a propiedades privadas?

Díez Mérito es ya historia, al igual que ocurrió con tantos y tantos edificios y vestigios históricos. Dentro de poco no tendremos nada que enseñar, nada que nos transporte a una época en la que esta ciudad fue verdaderamente importante a todos los niveles. Carlos Piedras tituló uno de sus últimos artículos como el clamor del centro histórico. También es un clamor la forma de actuar de sus gobernantes respecto al patrimonio histórico y social de esta ciudad. Claro que las burdas explicaciones que se han dado son desganadas, como diciendo “si saben que es mentira lo que estamos exponiendo, para qué nos vamos a comer la cabeza en elaborar un argumento más creíble”. Saben que los tenemos calados, que no se salva ni uno y eso es algo que les da verdadero pavor, porque a estos politicuchos de medio pelo, escasa aptitud y nulos valores les asusta que se vea su verdadera cara. Cuando se les despoja de las apariencias, de las fotos a discreción con la sonrisa forzada y de las mentiras mal articuladas no son nada. Y eso es algo que también sabemos, y padecemos, todos. Vergüenza infinita para nosotros, desprecio eterno para ellos.

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