El diario de los Luca de Tena nos obsequió con una portada a toda página con hasta seis instantáneas de primerísimos primeros planos y planos detalle de Pablo Iglesias.
Las neuronas son como los ojos de las ranas: están diseñadas para percibir cambio, movimiento. No existe nada que señale neuralmente dónde se encuentra un estímulo si este permanece inmóvil durante largo tiempo. Seguro que alguna vez hemos puesto patas arriba la habitación buscando unas gafas de sol que en realidad llevábamos sobre la cabeza. Cuando las apoyamos en ella, éramos capaces de percibir sensorialmente que estaban allí porque se produjo un cambio que nuestras neuronas podían detectar: pasaron de no posarse sobre la cabeza a hacerlo. Y eso se nota. Sin embargo, transcurridos unos minutos, dejamos de ser conscientes de que las tenemos ahí. No las procesamos sensorialmente como estímulo porque no ha habido cambio y nuestro sistema nervioso, por así decirlo, se ha adaptado a esa situación, la ha asimilado. Los neurólogos llaman adaptación neural a este fenómeno que se produce cuando dejamos de percibir un estímulo a base de reiteración. Así que ahora la neurociencia está investigando por qué dejamos de percibir algo que no para de repetirse. Creo que, en los tiempos que corren, puede tener su utilidad.
Estos días me he descubierto siendo víctima de un proceso severo de adaptación neural. Me pasó el día 15. El diario de los Luca de Tena nos obsequió con una portada a toda página con hasta seis instantáneas de primerísimos primeros planos y planos detalle de Pablo Iglesias. Nada inédito. Las imágenes rodeaban un titular y un subtítulo en el que se tildaba al político de “autoritario”, “desafiante” y “grosero”, y a su partido de “más radical” y “antisistema”. Y esto solo en la primera del rotativo. La elección de las fotografías no tenía desperdicio. Crispación, ceño fruncido, dedo amenazante en ristre, despliegue de gestos provocadores, chulería por kilogramos… Incluso aparecía la misma imagen dos veces con un mero cambio de ángulo de la toma. Y ante semejante despliegue de periodismo de calidad, la respuesta fue… la adaptación neural. Para mi sorpresa, no hubo sorpresa. Lo estático le ganó la partida al cambio. La reiteración provocó la ceguera.
Y es que la cabecera líder del grupo Vocento se despachaba esta misma semana con otros titulares como estos en su edición digital: “El nuevo disparate de Carmena: libros para niños sobre ricos y pobres”; “Zapatero, con Maduro días después de otra andanada de insultos a Rajoy” o “Cuba prohíbe entrar a Felipe Calderón y la hija de Patricio Aylwin para ir a un acto por la democracia”. Estas son solo algunas de las perlas más recientes que, a base de repetirse y repetirse, acaban por no provocar percepción neural alguna. Digamos que ya no asombra al sistema nervioso, ni pone nervioso a nadie.
Pero no todo son diablos mediáticos –como diría Ramón Reig− en el furibundo universo de ABC. También hay lugar para estampas bucólicas, casi pastoriles, como la amable efigie sonriente de la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, henchida de gozo por modificar la Ley de Familia Numerosa y hacer más grandes a las ya grandes y ‘mucho españolas’ familias españolas. La expresión afable de su rostro contrasta con la siempre desafiante de Iglesias y compañía. Y todo este ataque frontal al ‘neuter’ latino –que proviene del ni uno ni otro−, a la neutralidad, entendida como la renuncia a la injerencia en un conflicto y como principio periodístico básico, dejó de impactar hace mucho. Dejó de ser perceptible desde los falsos sueldos millonarios, desde los cobros abusivos por conferencias, desde las vinculaciones con el terrorismo y desde la siempre ínclita Venezuela –esa que planea como un fantasma y se saca del cajón bajo apetencia. Las ranas solo son capaces de ver la mosca cuando está en movimiento, pero no cuando se posa en la pared. Hace mucho que me siento rana. Hace demasiado que las moscas no vuelan.
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