Leo en la prensa que una actriz de teatro tuvo la feliz idea de denunciar a Empleo un fraude laboral, ya que trabajó durante un día, no le dieron de alta y no cobró. La respuesta de la administración no fue la que esperaba.
Cuenta Antonio Muñoz Molina en Ventanas de Manhattan que en su pueblo, cuando aún se llevaban pantalones cortos, un alumno se tiró un pedo y cometió el gran error no de hacerlo, sino de admitirlo cuando el profesor interrogó a la clase. Obviamente, el mote le acompañó toda la vida. Si lo hubiera negado, al menos habría tenido el respeto de sus compañeros.
Leo en la prensa que una actriz de teatro tuvo la feliz idea de denunciar a Empleo un fraude laboral, ya que trabajó durante un día, no le dieron de alta y no cobró. La respuesta de la administración no fue la que esperaba: la obligan a devolver 7.704 euros de las ayudas entregadas desde el día de ese trabajo 'fantasma'. Dicen que ha habido un problema de comunicación, por lo tanto el problema se resolverá o no, pero el disgusto a esta joven sevillana, parada y con un hijo a cargo, ya se lo han dado. Representaba la obra La judía de Toledo de Góngora, pero la judía, dicho sea con todos mis respetos a la población hebrea, no era ella. Con razón dice la afectada que el mensaje es que "mires para otro lado".
Me cuenta un conocido que pidió una licencia a Urbanismo en un pueblo de la zona, tras contratar a un arquitecto y pagarle una pasta, para instalar un techo en el patio de un unifamiliar. Se la han denegado. Si lo hubiera puesto sin comunicárselo a nadie, se habría ahorrado el arquitecto y tendría su cubierta colocada. Qué cojones, se habría escatimado hasta el abono del IVA de la obra, como el albañil le pedía. Eso le pasa, obviamente, por querer hacer las cosas bien.
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