Valiente poderosa

La cuestión es que una diva ─valiente y poderosa─ no está exenta de un tropiezo. ¿Acaso no pidió Lola Flores una peseta a cada español para que le pagáramos su deuda con el fisco?

Melody, de espaldas, en el balcón del Ayuntamiento de Dos Hermanas, antes de la final del pasado Eurovisión.
06 de junio de 2025 a las 06:40h

Hace menos de lo que me gustaría me acusaron de politizar una institución. Algún tiempo antes pedí que me regalaran una camiseta verde mar con la leyenda ‘yo no quiero saber nada de tus porquerías’. Creo ─aunque entonces no lo supe─ que ambos hechos están muy relacionados. Lo pensaba estos días mientras asistía como televidente a la rueda de prensa de la última representante de España en Eurovisión. Creando la expectación y el drama propios de una folclórica cañí, ella supo darle miga al evento. No le faltaban ingredientes: un puesto pésimo en el ranking musical de la cita festiva ─que poco tenía de musical en lo que a ranking se refiere─, una autoindulgente campaña de desprestigio y mofa, y el tiempo suficiente en silencio como para cocer a fuego lento la traca final. Como se gesta un buen single o un escándalo potente.

La diva llegó, como es menester, envuelta en extensiones y subida a un buen tacón. Pestaña postiza XXL y manicura afilada. Papel en mano, por si algún datillo se atrevía a bailar más que ella. Pertrechada con anecdotario delirante y gracia andaluza. Pero, como una folclórica ríe llorando y llora a carcajadas, tampoco faltó el desgarro, ni las menciones al hijo ─que nunca le puede faltar a una de las de antes─, ni ese tirarse el pisto que ahora es empoderamiento y que toda la vida fue echarse flores. Sea; como buena diva, sea. 

El caso es que nuestra reina del body brillo tiene de qué presumir. Ciertamente, bordó su actuación, tuvo una afinación impecable y bailó hasta el fin de los tiempos. Hasta sobrevoló con su pelucón las cabezas del público. Incluso se marcó un movimiento de bandera patria a lo flamenca de mantón que ríete tú de los Locomia con el abanico. “Demasiado española” dijeron los necios. Excesiva, como buena folclórica, diría yo. La canción era mala con avaricia, trasnochada como ella sola y probablemente la peor de la noche, pero la diva fue ama y señora de Basilea. Por eso está tan contenta de haberse conocido. Y yo la comprendo. 

La rueda de prensa ya fue otra cosa. El espíritu de reina de la noche se mantenía intacto, pero con la luz de las primeras horas de la tarde, todo se ve de otro color. El problema principal suele ser que se ve más. No negaré que el episodio de la presunta llamada de Lady Gaga hablando con acento de Dos Hermanas no tiene precio. ¿A quién le importa que sea una trola como un castillo? Lo importante, como en las buenas películas de Tarantino, es sumergirnos en esa bacanal de abyectos imposibles. Y eso fue lo que nos regalaron ella y su ‘ñoco’ bilingüe. Of course. 

La cuestión es que una diva ─valiente y poderosa─ no está exenta de un tropiezo. ¿Acaso no pidió Lola Flores una peseta a cada español para que le pagáramos su deuda con el fisco? ¿Es que no acabó la Pantoja entre rejas… por amor? Marujita y Dinio, Sara Montiel y el cubano. Todas tuvieron su bajada a los infiernos. Y la de Melody parece ser confundir limpieza étnica con política, y opinión personal con las bases de un concurso. La política es la vida, pero no todo es política. El genocidio solo es maldad y terror. Cada vez me pongo más mi camiseta verde mar para ver el mundo.