'Más hombres feministas'.
'Más hombres feministas'.

Leer nos ayuda a pensar mejor, comprender y poner nombre a lo que vemos y no sabemos nombrar. Así me doy cuenta de que el patriarcado no teme a las emociones, como pensaba, sino a su expresión por quienes ostentan y representan su poder, es decir, nosotros los hombres. Por eso, en la actualidad, nuestras decisiones están más influenciadas por las emociones que por la razón, aunque no lo creamos, y tratamos de justificarlas con 'razonados argumentos'.

Por lo tanto, no sorprende que votemos sin leer los programas políticos, sin saber quién miente o dice la verdad, estemos en contra del feminismo sin comprender su verdadero significado, o neguemos la mayor cuando se trata de desigualdad de género. Son nuestras percepciones, más allá de las razones que luego buscamos para defender estas posturas, las que dirigen nuestros actos. No se valora el pensamiento, y en un mundo de hiperinformación, el objetivo no es que estemos mejor informados, sino simplemente que lo creamos. Las redes sociales, el manejo de los datos, la inteligencia artificial, la necesidad de exposición pública y la dictadura del 'me gusta' nos llevan a ese estado. Se busca una sociedad de cansados y cansadas, parafraseando al filósofo coreano Han.

La verdad no importa, y las mentiras, repetidas, constituyen la realidad, sin que pensemos en lo que se esconde detrás. Lo esencial es lo que ocurre en el proscenio, cómo lo percibimos y cómo toca las teclas de nuestros instintos más básicos: miedos, certezas, incertidumbres y vulnerabilidades. Si lo que preocupa es perder el empleo o no encontrarlo, culparemos a los extranjeros; si son nuestros privilegios masculinos, les toca a las mujeres y al movimiento feminista; si se trata de la masculinidad frágil y la hombría, el odio recaerá en la comunidad LGTBIQ+. Aquí gana la posverdad.

Ante este paradigma de embustes y otredad, ser un hombre feminista adquiere mayor importancia. Porque cuando se considera que la violencia de género es una ideología y se intentan eliminar los departamentos, ministerios y políticas de igualdad, se pretende imponer como falso el relato feminista, se promueve el victimismo masculino y se busca el regreso a un mundo de testosterona, es cuando debemos estar. Feminismo o barbarie, ahora no hay más colores.

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