Madrid, hundida

La situación creada en Madrid por el Gobierno autonómico de coalición, PP + Ciudadanos + Vox, es el mismo Puro teatro que una vez cantó La Lupe, busquen en Youtube la canción. Decíamos hace ya tiempo que la política se ha convertido en una pura teatralización, y el victimismo es uno de los elementos fundamentales. Lo llamativo es que la población madrileña no parezca darse cuenta de que no es una cuestión de derechas o izquierdas, sino de que en Madrid se ha perdido toda dignidad política. La dignidad personal, esa, queda siempre en salvaguarda como derecho humano fundamental. La señora Ayuso es una experta en comunicación y, por lo que se ve, en manipulación, algo que se jalea continuamente en el PP y de lo que se alegran sus socios de Gobierno. El resumen de la situación madrileña es que con los datos e informaciones de lo que ocurre con el Gobierno de la Comunidad de Madrid el PP, el mismo PP, intenta que la Consejera de la Comunidad Valencia dimita o sea cesada. El último disparate, y vendrán todavía más, es que si Madrid se cierra o Madrid se hunde, se hunde España. No va a hundirse España por más dificultades que tenga Madrid. Lo vimos con la salida de las empresas de Cataluña cuando el 155. Sufrió y sufre Cataluña, pero no España. Salir de Madrid hoy en día, y con lo hemos aprendido durante la pandemia, es la cosa más fácil de este mundo. Están tan bien comunicadas, o mejor que la propia Madrid, muchas ciudades de España, y sin los problemas de Madrid. El actual gobierno de la Comunidad de Madrid ha reducido la política al ridículo y la estupidización, lamentablemente. Yo no conozco en Europa otro caso como el de Madrid, y es que la opinión publicada y la gente no permitirían ser tratados como lo hace la señora Ayuso en Madrid. Se puede desear una política conservadora, neoliberal, de derecha desbocada, todo eso se puede desear legítimamente, pero hay algo que en la Europa políticamente civilizada nunca se hubiera permitido: la banalización de todo valor de responsabilidad política e institucional. Empezando con las fotos de la presidenta Ayuso como una madonna en las circunstancias en que se hicieron y publicaron. Ayuso no es ninguna víctima de nada, es una actriz bastante floja y una guionista muy mala, pero muy eficaz. Como en los tiempos de la astracanada, ha encontrado como hacer reír a carcajadas a un público muy superficial, el suyo, y a una clá que no para de trabajar para ella, rompiendo en aplausos antes, incluso, de que caiga el telón, para que todo el público aplauda rabiosamente. A quién, como a Larra, se le ocurra decir algo en contra, escribir una mala crítica o criticar al público, se le opondrá todo ese público y esa prensa que entienden la política como un partido de fútbol y pertenecen a una hinchada dispuesta a todo, antes o después del partido. Votar a las derechas es absolutamente legítimo, no va por ahí la crítica. El problema es la ceguera con la que muchøs votan a sus líderes o los defienden ante lo indefendible, sin atender a los argumentos ni a los hechos, sobre todo desde que políticos como la señora Ayuso lo han convertido todo en relativo y han desposeído a la verdad de toda verdad. Sí Madrid se hunde, se hunde España es la prueba de que España está rematadamente mal organizada. Lo inteligente sería organizar un país en el que si una ciudad tiene un problema el resto de ciudades mantendrían sus funciones y asumirían las funciones de la ciudad que no pueda funcionar, hasta que se recuperara y volviera. Pero, como ya hemos dicho, España no va a hundirse porque se hunda Madrid, hay muchas ciudades esperando a los emprendedores madrileños, a sus grandes empresas y a sus bancos, con precios mucho más baratos que en Madrid y con posibilidades tan buenas o mejores. Es ahí donde está la función de la política, en crear mejores espacios para la vida social y económica. Una figura como la de la presidenta de la Comunidad de Madrid no gozaría en la Europa políticamente civilizada de ningún respeto político, de hecho no encontraremos ninguna figura semejante a ella en un espacio político comparable.