Lecturas poéticas

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

No todo el mundo que escribe poesía es poeta, al igual que no todo el que pone un enchufe o cambia una bombilla es electricista.

Esta semana me llegaba un mensaje que un joven lector de esta tribuna había enviado a mi correo electrónico. Me comentaba, entre otras cosas, que él también es poeta y me pedía que escribiera aquí sobre mi experiencia respecto a los recitales, pues es algo que él, por ahora, no se atreve a hacer.

La verdad es que le tengo muchísimo respeto a todo lo que representa la palabra ‘poeta’. No todo el mundo que escribe poesía es poeta, al igual que no todo el que pone un enchufe o cambia una bombilla es electricista. Cuando alguien me llama poeta, es como si un gran peso cayese sobre mi espalda. ¡Cuánta responsabilidad tienen los poetas en estos tiempos nuestros!

Pues, queridos lectores, entrando en el tema que nos ocupa, a mi humilde opinión la Poesía es algo muy íntimo que uno comparte con los demás, por ejemplo, en las lecturas poéticas. Yo no suelo llevar nada preparado de antemano, selecciono los poemas conforme voy viendo el tipo de personas que tengo enfrente y el ambiente que se respira en ese preciso momento. Así lo he hecho siempre durante estos quince años. A veces, en lugares en los que no hay demasiado público uno se siente más cómodo, más relajado, rodeado de amigos desconocidos. Por cierto, llegados a este punto, me gustaría hacer un breve inciso; Y es que es una pena que la gente no acuda más a los eventos poéticos, se aprende mucho en ellos. A mí siempre me fascinó eso de asistir a un recital y escuchar de voz de su propio autor los poemas, cuentos, etc. En esos instantes se crea una conexión muy especial que difícilmente se podría explicar con palabras.

En fin, la Poesía siempre ha tenido -y tendrá- su público fiel, aunque sea, cómo dicen, algo ‘minoritario’. Luego también están los llamados festivales poéticos -en los cuales hace tiempo dejé de participar, aunque siempre agradezco la invitación-. Estos festivales suelen durar varias -y eternizantes- horas. La mayoría de las veces sucede algo muy curioso, y es que suele haber más poetas que público, creándose un ambiente que no acaba de convencerme demasiado. Pero bueno, ese es otro tema.

El poeta, cuando se enfrenta al público libro en mano y da lectura a sus poemas, sea ante una decena de personas en una pequeña sala, o en alguna abarrotada plaza del pueblo, está realizando, sin duda, un desnudo premeditado. Un recital de poesía es, como decía al principio, un acto íntimo, algo así como -salvando las distancias- hacer el amor o practicar del onanismo, según sea el caso de cada cual.

Tras, más o menos, 40 minutos -nunca me gustó abusar-, se pone fin a la lectura, y uno se levanta de la silla pensando que lo podría haber hecho mejor, pero bueno, si las caras del respetable dan a entender que les ha gustado -y si encima compran los libros- es más que suficiente. Después de estrechar manos, dar algunos besos y charlar un ratito con el personal, uno regresa al automóvil, pone la música a un volumen adecuado y vuelta a casa con la cabeza llena de sensaciones.

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