Le sobra cinismo, le falta empatía

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¿Recuerdas el consejo que te di aquella mañana? Sí, la mañana del día en que votamos tu investidura. Te aconsejé que escucharas. No lo has hecho. Quizás porque ni siquiera te molestaste en escuchar aquel humilde consejo. Lo cierto es que, transcurrido un año y medio desde entonces, podemos concluir que no escuchas. Por eso me he animado a escribirte estas líneas, atenazado por unas náuseas que no me abandonan desde que te vi en ese vídeo, con esa cínica media sonrisa, diciendo que no ibas a firmar la reincorporación de los afectados por el ERE. Y no porque me haya sorprendido la noticia. Algunos no somos tontos. Y ya descubrimos hace algún tiempo que no andábamos buscando lo mismo. Que mientras unos nos dejábamos el alma buscando las soluciones, tú y los tuyos parecíais bastante más interesados en ir coleccionando trabas, dudas y sospechas.

Mis náuseas tienen que ver con tu evidente falta de empatía y la evidente insensibilidad que demuestras hacia el sufrimiento y el dolor de la gente. Quizá sea porque, con el baile de números en que has convertido este asunto —que si 73, que si 91, que si 116…— hayas olvidado que detrás de esos números hay personas, víctimas de un ERE injusto y doloroso que se aferran a lo que les va quedando de esperanza. Si es así, quiero decirte que algunos no lo hemos olvidado. Ni un solo segundo. Porque compartimos con ellos aquel dolor, la esperanza renacida y la actual y dolorosa impotencia. Les vemos cada día. Les escuchamos. Y les comprendemos. No son simples números, alcaldesa. Son personas, familias enteras que confiaron y soñaron que algún día se haría justicia con ellas. Yo les conozco. Llevo con ellos desde que se perpetró aquella infamia. Como sindicalista, como político pero, por encima de todo, como compañero. He estado con ellos en la protesta, en su encomiable búsqueda de justicia y en esta indescriptible incertidumbre.

También me produce náuseas el cínico y desvergonzado ofrecimiento con el que tratas de sacudirte la responsabilidad en este asunto, como si contigo no fuera la cosa, como si pudieras decidir cuándo actúas como alcaldesa y cuándo no. Como si a estas alturas no supiéramos todos que se trata de una trampa. Sí, de una trampa. Os hemos visto conducir ese expediente, sabemos cómo habéis ido sembrándolo de dudas y sospechas mientras algunos nos desvivíamos por despejarlas y teníamos, encima, que defendernos de vuestras reacciones. Como el día que tuvisteis la desvergüenza de arremeter contra Kika, alguien cuyo compromiso está a años luz del que vosotros habéis demostrado.

Y ahora, cuando se acerca la hora de la verdad, sin secretario, sin posibilidad de celebrar pleno para aprobar el Presupuesto y el Plan de Ajuste, sin algunos informes clave y con un expediente que habéis gestionado de forma demencial, decidís saltar del coche en marcha, ofreciéndonos el volante en pleno callejón sin salida, justo antes de que se estrelle y sin posibilidad de cambiar de dirección, para sacudiros la responsabilidad, como si no fuerais responsables de habernos llevado hasta el punto en el que estamos.

Por suerte, aquí todos sabemos quién es cada uno en esta historia. Y ellos, los afectados, mejor que nadie. Saben quién es quién. Que algunos nunca les dimos la espalda, que siempre estuvimos dispuestos a explorar con ellos cualquier desvío que evitara el precipicio al que les habéis llevado, que siempre les hemos escuchado, que compartimos con ellos el sufrimiento por el que están pasando. Se llama empatía y tiene que ver con la capacidad de sentir como propio el dolor ajeno, alcaldesa. Ya has demostrado carecer de ella. Por desgracia, no será suficiente para que puedan obtener la justicia prometida. Por eso creo que debes irte. Tú y el resto de tu gobierno. No creas que soy ajeno a vuestras luchas internas y vuestras intrigas palaciegas. Sé perfectamente cómo han operado en esta historia. En esta y en todas. Porque no es éste el primer, ni el único, compromiso incumplido. En un año y medio habéis acumulado una notable colección de ellos, pasando sistemáticamente por alto los acuerdos que os permitieron llegar al gobierno, por no hablar de vuestro programa electoral.

Debéis haber olvidado por qué estáis donde estáis y que vuestra presencia en el gobierno tenía un objetivo, que era cambiarle la cara a esta ciudad y mejorar la vida de la gente, no sólo echaros fotos cada vez que cambiáis un bordillo o arregláis una farola. Debéis abandonar el gobierno, uno a uno y de forma inmediata. Habéis perdido toda legitimidad. Especialmente después del bochornoso espectáculo que estáis dando, usando el gobierno de esta ciudad como si fuera un juguete. Ha llegado la hora de la verdad, para ti y para el resto de tu equipo. Ya habéis demostrado que andáis cortos de política, pero aún podéis demostrar, aunque sea de manera individual, que no andáis también justitos de vergüenza.