Arturo Pérez-Reverte ha acudido este pasado miércoles a divertirse (es un decir) a El Hormiguero y ha resultado, una vez más, ser tendencia, aunque en este caso poco tendenciosa. Y no porque el inefable Pablo Motos no lo haya intentado.
Con lo que más se ha señalado el escritor ha sido al asegurar que tiene un rollo especial con Núñez Feijóo desde que fue director de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, porque le dedicó un sello al Capitán Alastriste. "Sería mejor presidente que líder de la oposición", ha valorado el superventas nacido en Cartagena hace 73 años.
Pero el caso es que Pérez-Reverte iba al programa de Antena 3 a hablar de su libro, Misión en París, que aunque tiene título de película de la saga Bourne recupera en papel y tinta década y media después al personaje que le hizo multimillonario de la mano de Alfaguara (que Prisa vendió en 2014 a Penguin Random House). Un Alatriste que vuelve tras El puente de los asesinos, se ha recordado en un programa que ha hablado poco de literatura y sí del libro en promoción. No obstante, ha habido espacio para un mensaje muy nítido lanzado por el antiguo reportero de guerra.
"La única solución es educación, lucidez, libros, lecturas", ha recalcado el escritor murciano, que dijo a Motos que no entendía cómo la gente puede pasarse horas en el teléfono consumiendo contenidos instantáneos en lugar de repasar los más de 3.000 años de historia.
Podía haber hablado de los libros de decoración y arquitectura de Taschen, los únicos que consume la influencer María Pombo, descendiente de Concha Espina, que ha desatado la polémica por reconocer abiertamente lo que dicen los niños y adolescentes mayoritariamente entre los 10 y los 18 años: leer es un rollo. Ya no hay Barco de Vapor, ni Fray Perico, ni Islas del Tesoro... ahora hay IG, TikTok y una catarata de clips de vídeos vomitivos para un exhibicionismo y un voyeurismo cibernético demencial.
Se ha acentuado la España a dos velocidades: mientras a unos les dan o pillan un trozo de pan y un libro, como pedía Lorca, a otros solo les llega para el circo. La quita de deuda va acompañada de más financiación singular para la singularidad catalana, mientras que Andalucía, que ha construido con los brazos de muchos de sus hijos mucho de lo que Cataluña tiene de singular, seguirá tragando migajas al mismo precio de siempre. Lo políticamente correcto es darle la razón a don Arturo, la realidad es que la inmensa mayoría aplaude por dentro a la Pombo.