La ciudad amable y la nueva normalidad

Breve recorrido por calles y avenidas de un municipio sin apenas tráfico, una banda sonora de pájaros y muchos maratonianos de toda la vida y 'runners' de salón

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Desde las seis de la mañana de este sábado hay convecinos que han salido a la calle, ya fuesen maratonianos de toda la vida o runners de salón. Otros, simplemente hemos querido salir a estirar las piernas y a andar a una marcha menos que al más puro estilo Rajoy. El síndrome del poli de balcón sigue pesando nada más lanzarse a la vía pública, atentos para ver quién se salta las normas a la torera y quién va como tiene que ir. Bien temprano en este sábado de nuevos husos horarios, hay otro optimismo en las miradas. Otro reconocernos. De corredor a corredor (yo menos), nos damos los buenos días, leve sonrisa de recién levantados.

La mañana empieza amigable con personas extrañas en las que en otras condiciones, tal vez, ni hubiésemos reparado. Pero son los nuevos paseantes, los atletas, los ciclistas, las parejas que pasean de la mano. Nos damos los buenos días, como el que no quiere la cosa. La ciudad se ha vuelto amable. Apenas hay tráfico. Los pájaros vuelan bajo, en bandadas, sin guardar distancia aviar y poniendo banda sonora al silencio. Entra fuerte el oxígeno en los pulmones. Los barrenderos retiran las hojas caídas de los árboles, pero ni rastro de cacas de perro ni de otros residuos lanzados a la vía por los incívicos de siempre. Circulan tan pocos coches que uno puede cambiar de acera en las grandes avenidas casi sin mirar a un lado y a otro.

Corredores y paseantes, en Jerez este 2 de mayo. FOTO: MANU GARCÍA

Suena Thriller en A vivir que son dos días y te recuerdan que Michael Jackson ya usaba mascarilla allá por los 90. Un visionario. Un señor compra un periódico en un quiosco. Ah no, en realidad se ha parado a hablar con el quiosquero. No se detengan, circulen (pienso). No veo a nadie usando el teléfono móvil. Paso por una vieja fábrica abandonada. Ahí no habrá más actividad industrial ni aunque lleguemos a la fase 100, pero me fijo en cómo la naturaleza se ha apoderado del perímetro de las naves abandonadas. Más pájaros, más silencios, más personas que se cruzan corriendo o paseando.

Me fijo en cosas que no me fijaba. Descubro un mojón de una antigua carretera comarcal en una avenida en pleno núcleo urbano y reparo en lo verdes y frondosas que están las plantas que chorrean por los soportes de hormigón de la vía elevada del tren. Parques infantiles sin niños, circuitos biosaludables sin mayores. En Mercadona ya hay cola. Todos en sus marcas, respetando la distancia de seguridad, comprando más o menos ordenada y calladamente.

Todo tendría un punto idílico, como de nuevo renacer, si no fuera por la que ha caído ahí fuera y lo que se ha soportado y se soporta dentro de los hospitales. Pero la luminosidad de la mañana y la buena temperatura de este 2 de mayo ayudan a sobrellevar esta nueva normalidad. Un término que se generalizó en Estados Unidos tras los ataques terroristas del 11S y que ahora el Gobierno ha hecho suyo para referirse a esa luz al final del sudoku de estas fases de desescalada. En general, salvo estampas insólitas como un corredor en chanclas o perros paseando a su pareja de dueños, todo el mundo ha obedecido a las imposiciones de las autoridades sanitarias. Al menos, en lo que va de sábado. He vuelto a casa y al mirar el móvil había registrado más pasos que en las últimas tres semanas juntas. Me siento mejor.

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